Cada 1 de mayo, en todo el mundo, se conmemora el Día Internacional de los Trabajadores, jornada que recuerda la lucha de millones de hombres y mujeres por condiciones laborales dignas, justicia social y respeto a sus derechos.

Pero para nosotros, los católicos, esta fecha tiene, además, un profundo sentido cristiano, pues en 1955, el Papa Pío XII instituyó la Fiesta de San José Obrero, con el fin de celebrar en este mismo día la figura del carpintero de Nazaret: un hombre santo, justo, humilde y trabajador, modelo de todos aquellos que viven con esfuerzo y fidelidad su vocación laboral.

En esta ocasión tan importante, las comunidades de la Parroquia San José Obrero de Rancagua se unieron, con alegría, en torno a la celebración de su fiesta patronal. Como cada año, la jornada comenzó con una emotiva procesión por las calles cercanas al templo, instancia en la que se dio gracias a Dios por los distintos oficios presentes en la comunidad: cuidadores de enfermos, peluqueras, modistas, carpinteros, entre otros. En un clima de oración y gratitud, se pidió la bendición del Señor, por intercesión de San José, para todos los trabajadores.

La celebración continuó con una hermosa Eucaristía que reunió a fieles de todas las comunidades de la parroquia, acompañados también por cohermanos venidos desde Santiago, quienes se sumaron a esta fiesta de fe. En la figura de San José Obrero, los participantes renovaron su compromiso de poner sus dones y talentos al servicio de los demás.

Al finalizar la Misa compartimos las tradicionales empanadas y vino navegado, que complementaron el entorno ideal en que celebramos la vida y fortalecimos nuestros vínculos. San José Obrero, ruega por nosotros.
P. Sergio Candia Olmeño, SVD