Domingo 6° del Año: 16 De febrero 2025
Nueva reflexión sobre el Evangelio dominical de nuestro especial bíblico
Por aquellos días, se fue él al monte a orar y se pasó la noche en la oración de Dios. Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos y eligió doce de entre ellos, a los que llamó también apóstoles. Bajó con ellos y se detuvo en un paraje llano; había un gran número de discípulos suyos y gran muchedumbre del pueblo, de toda Judea, de Jerusalén y de la región costera de Tiro y Sidón. Y él, alzando los ojos hacia sus discípulos, decía: Bienaventurados los pobres, porque suyo es el Reino de Dios. Bienaventurados los que tienen hambre ahora, porque serán saciados. Bienaventurados los que lloran ahora, porque reirán. Bienaventurados serán cuando los hombres los odien, cuando los expulsen, los injurien y proscriban su nombre como malo por causa del Hijo del hombre. Alégrense ese día y salten de gozo, que su recompensa será grande en el cielo. Pues de ese modo trataban sus padres a los profetas. Pero ¡ay de ustedes, los ricos!, porque han recibido su consuelo. ¡Ay de ustedes, los que ahora están hartos!, porque tendrán hambre. ¡Ay de los que ríen ahora!, porque tendrán aflicción y llanto. ¡Ay cuando todos los hombres hablen bien de ustedes!, pues de ese modo trataban sus padres a los falsos profetas. (Lucas 6,12-13. 17. 20-26)
Referencias bíblicas
– Y llamando a sus doce discípulos, les dio poder sobre los espíritus inmundos para expulsarlos, y para curar toda enfermedad y toda dolencia. (Mateo 10,1)
– Subió al monte y llamó a los que él quiso; y vinieron junto a él. Instituyó Doce, para que estuvieran con él y para enviarlos a predicar con poder de expulsar los demonios. (Marcos 3, 13-15)
– Todo el pueblo se estaba bautizando. Jesús, ya bautizado, se hallaba en oración, se abrió el cielo, bajó sobre él el Espíritu Santo en forma corporal, como una paloma; y vino una voz del cielo: Tú eres mi hijo; yo hoy te he engendrado. (Lucas 3,21-22)
– Su fama llegó a toda Siria; y le trajeron todos los que se encontraban mal con enfermedades y sufrimientos diversos, endemoniados, lunáticos y paralíticos, y los curó. Y le siguió una gran muchedumbre de Galilea, Decápolis, Jerusalén y Judea, y del otro lado del Jordán. (Mateo 4, 24-25)
– Jesús se retiró con sus discípulos hacia el mar, y le siguió una gran muchedumbre de Galilea. También de Judea, de Jerusalén, de Idumea, del otro lado del Jordán, de los alrededores de Tiro y Sidón, una gran muchedumbre, al oír lo que hacía, acudió a él. (Marcos 3,7)
– Viendo la muchedumbre, subió al monte, se sentó, y sus discípulos se le acercaron. Y tomando la palabra, les enseñaba diciendo. (Mateo 5,1-2)
– Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos. (Mateo 5,3)
– Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados. (Mateo 5,6)
– Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. (Mateo 5,5)
– Bienaventurados serán cuando los injurien y los persigan y digan con mentira toda clase de mal contra ustedes por mi causa. Alégrense y regocíjense, porque su recompensa será grande en los cielos; pues de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a ustedes. (Mateo 5, 11-12)
Comentario
Jesús se fue solo al monte y pasó toda la noche en oración a su Padre del cielo. Fue un momento de reflexión profunda antes de asumir un instante muy importante de su vida. En primer lugar, Jesús convocó a doce discípulos a quienes llamó apóstoles, pues ellos debían continuar con la proclamación de la Buena Noticia del Reino de Dios. Luego, Jesús se dirigió a una amplia llanura donde se encontraba una gran multitud de personas, tanto judíos como paganos, que estaban dispuestos a escuchar la palabra de vida. A ellos se dirigió Jesús al proclamar solemnemente el Reino universal de Dios. El discurso contenía básicamente cuatro bienaventuranzas y cuatro lamentaciones. Él intentaba explicar cuáles eran y cuáles no eran los valores del Reino de Dios considerado desde la perspectiva de la realidad de la vida cotidiana. Es decir, se trataba de determinar quienes eran las personas que se encontraban dentro y quienes estaban fuera del proyecto salvador de Jesús. Las cuatro bienaventuranzas se refieren a los pobres, a los que hambre, a los que lloran y a los que son perseguidos. Las cuatro lamentaciones se refieren a los ricos, a los satisfechos, a los que ríen alegremente y a los que son reconocidos y apreciados. En cada caso, se indicaba el motivo último de la felicidad o de la lamentación.
En el comienzo del evangelio de Lucas aparecen dos interesantes bienaventuranzas relacionadas con la Virgen María, madre de Jesús. Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor (Lucas 1,45). Desde ahora todas las generaciones me llamarán bienaventurada, porque ha hecho en mi favor cosas grandes el Poderoso (Lucas 1,48-49).
P. Sergio Cerna, SVD