Por

Mons. José Luis Corral, SVD

Obispo de Añatuya, Argentina

Retiro Misionero: Reencuentro con el Llamado y la Misión

El retiro dirigido a los misioneros del Verbo Divino tuvo como propósito esencial ayudarnos a redescubrir y profundizar en nuestro llamado al seguimiento de Jesucristo. En medio de las tareas diarias y los desafíos que implica nuestra vida misionera, es fácil perder de vista la raíz profunda que sustenta nuestra vocación. Este retiro nos invitó a regresar a esa fuente primaria: la relación con Cristo, que es la base de nuestra identidad y misión. Cuando vivimos desde esta conexión profunda, todo lo que somos y hacemos se ordena y cobra sentido, convirtiéndose en un reflejo del amor divino que nos llama a compartir el resplandor del Verbo:  luz en el mundo.

El Jubileo: 150 años de Fundación y 125 años en Chile

La celebración de los 150 años de la fundación de la Congregación de los Misioneros del Verbo Divino, así como el recordatorio de los 125 años de presencia verbita en Chile, marcó un hito importante en este retiro. Este jubileo no solo fue un motivo de acción de gracias, sino también una invitación a reflexionar sobre el camino recorrido, las semillas sembradas y la misión que sigue siendo urgente en el mundo de hoy. En este contexto, las palabras del Papa Francisco resonaron profundamente cuando nos insta a mantener una actitud de salida, a ser peregrinos de la esperanza, dispuestos a encontrarnos con todos y a caminar juntos hacia un futuro de fraternidad y paz.

Contemplar a Jesucristo: Una Invitación a la Compasión y la Cercanía

Uno de los principales ejes de este retiro fue la contemplación de Jesucristo, siguiendo los relatos de los evangelios. Nos propusimos adentrarnos en el misterio de su vida, tomando ejemplo de su cercanía, compasión y ternura, tanto en su relación filial con el Padre como en su servicio amoroso a los hermanos. Jesús no solo predicó, sino que vivió el amor y la misericordia de manera concreta, tocando y enfrentando las realidades humanas con sensibilidad y entrega. Este ejercicio de meditación nos ayudó a asumir con mayor profundidad nuestra propia misión de ser signo de su amor en el mundo, en medio de las dificultades y desafíos que nos presenta la vida diaria.

Revisión de la Vida Interior, Comunitaria y Pastoral

El retiro también fue una oportunidad para hacer una revisión profunda de nuestra vida interior y comunitaria, así como de nuestra labor pastoral en los diversos contextos donde estamos presentes. Este tiempo de introspección nos permitió identificar nuestras sombras y debilidades, pero también reconocer las fortalezas y oportunidades que surgen de las diversas situaciones que vivimos. En el contacto con la palabra de Dios y la mirada fija en Aquel que nos amó y nos llamó, se renueva nuestra respuesta y disponibilidad para seguir adelante en su obra. Es como volver al «amor primero», a las motivaciones más genuinas, y a purificar nuestros deseos de crecer en generosidad y fidelidad creativa.

No solo un momento de introspección, sino de compromiso con el mundo

Este retiro no se limitó a un ejercicio de introspección personal y comunitaria. Si bien la mirada hacia nuestro interior fue fundamental, también se nos invitó a abrirnos al mundo que nos rodea. Los gozos, dolores, heridas y esperanzas de la humanidad hoy nos interpelan, y este espacio nos permitió conectar con los clamores del mundo, esos lugares donde Dios se nos manifiesta y espera. Este retiro nos retó a no quedarnos encerrados en nuestra burbuja espiritual, sino a ser una respuesta activa a los desafíos que el mundo nos presenta, acogiendo las realidades humanas con el corazón abierto y dispuesto al servicio, “dejar las pantuflas y calzarnos las sandalias misioneras”.

La Acción del Espíritu Santo y la Palabra de Dios

Durante estos días, pudimos experimentar de manera renovada la acción del Espíritu Santo y el poder transformador de la Palabra de Dios. El Espíritu Santo es el principal agente de la misión, quien guía nuestros pasos y fecunda nuestras búsquedas, anhelos y sueños como comunidad. Este tiempo de retiro nos ayudó a abrirnos a su acción, a permitir que sus frutos maduren en y entre nosotros, nos lleve y sumerja en una misión más plena y comprometida sin demoras, sin resistencias y sin miedo.

El magisterio del Papa Francisco fue un marco constante de reflexión. Sus invitaciones a caminar juntos, a construir una Iglesia sinodal, misionera y misericordiosa, nos alentaron a vivir este retiro con una mirada amplia, que va más allá de la autosuficiencia, la indiferencia y el aislamiento. En su llamado, encontramos una invitación a ser una comunidad unida y solidaria, que reconoce la importancia de los vínculos y la fraternidad en nuestra misión como primer signo que podemos ofrecer.

La Iglesia como Cuerpo: Unidad en la Diversidad

Este retiro nos ayudó a reafirmar la importancia de caminar juntos como Iglesia. Nos sentimos llamados a ser una Iglesia sinodal, en la que cada uno de nosotros aporta nuestros dones y carismas particulares, reconociéndonos como parte de un solo cuerpo. Agradecemos a Dios por este tiempo compartido, por la oportunidad de fortalecer los lazos que nos unen, de celebrar y orar juntos para escuchar el querer del Padre. La diversidad de carismas y dones dentro de la comunidad nos enriquece y nos llama a trabajar unidos para llevar el mensaje del Evangelio al mundo, sabiendo siempre que la unidad es mayor que el conflicto y que la diversidad nos enriquece siempre.

Escuchar y amplificar el susurro del Espíritu en nuestra hora histórica

En definitiva, este retiro fue un tiempo de escucha y apertura a la acción del Espíritu Santo. En cada uno de nosotros, en el caminar de la Iglesia y en nuestra hora histórica, donde se percibe el susurro del Espíritu que nos guía. Nuestra misión es amplificar ese susurro mediante nuestros gestos, palabras y acciones, brindando una respuesta llena de esperanza en medio de un mundo sumido en oscuridades y sombras de muerte, herido y necesitado de sanación. Somos llamados a promover una cultura del cuidado, del encuentro y de la amistad social, donde los valores del Evangelio puedan transformarnos y transformar a los demás.

Gracias a Dios por este tiempo y espacio compartido

Al concluir este retiro, damos gracias a Dios Uno y Trino por este tiempo de encuentro, reflexión y fortalecimiento. Pedimos que la gracia divina continúe completando la obra que ha iniciado en cada uno de nosotros, y que nos impulse a dar gloria a su Nombre mediante nuestro testimonio y servicio misionero. Con alegría del Evangelio y la fuerza de su Reino, renovamos nuestro compromiso con la misión, dispuestos a ser instrumentos de su paz y amor en el mundo para que a todos les llegue el esplendor de la Luz que es Jesucristo.