DOMINGO 1° DE ADVIENTO: 1 DE DICIEMBRE 2024
Nueva reflexión sobre el Evangelio dominical de nuestro especial bíblico
Habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas; y en la tierra, angustia de la gente, trastornada por el estruendo del mar y de las olas. Los hombres se quedarán sin aliento por el terror y la ansiedad ante las cosas que se abatirán sobre el mundo, porque las fuerzas de los cielos se tambalearán. Y entonces verán venir al Hijo del hombre en una nube con gran poder y gloria. Cuando empiecen a suceder estas cosas, cobren ánimo y levanten la cabeza, porque se acerca su liberación. Cuiden que no se emboten sus corazones por el libertinaje, por la embriaguez y por las preocupaciones de la vida y venga aquel Día de improviso sobre ustedes, como un lazo; porque vendrá sobre todos los que habitan toda la faz de la tierra. Estén en vela, pues, orando en todo tiempo para que tengan fuerza, logren escapar y puedan mantenerse en pie delante del Hijo del hombre. (Lucas 21,25-28.34-36)
Referencias bíblicas
– Inmediatamente después de la tribulación de aquellos días, el sol se oscurecerá, la luna no dará su resplandor, las estrellas caerán del cielo, y las fuerzas de los cielos serán sacudidas. Entonces aparecerá en el cielo la señal del Hijo del hombre; y entonces se golpearán el pecho todas las razas de la tierra y verán al Hijo del hombre venir sobre las nubes del cielo con gran poder y gloria. Él enviará a sus ángeles con sonora trompeta, y reunirán de los cuatro vientos a sus elegidos, desde un extremo de los cielos hasta el otro. (Mateo 24,29-31)
– Mas por esos días, después de aquella tribulación, el sol se oscurecerá, la luna no dará su resplandor, las estrellas irán cayendo del cielo, y las fuerzas que están en los cielos serán sacudidas. Y entonces verán al Hijo del hombre que viene entre nubes con gran poder y gloria; entonces enviará a los ángeles y reunirá de los cuatro vientos a sus elegidos, desde el extremo de la tierra hasta el extremo del cielo. (Marcos 13,24-26)
– Tú acallas el estruendo de los mares, el estruendo de sus olas (y el tumulto de los pueblos). Los que habitan los confines lejanos se estremecen al ver tus signos; a las puertas del alba y del ocaso las haces gritar de júbilo. (Salmo 65,8-9)
– Yo seguía mirando, y en la visión nocturna vi venir sobre las nubes del cielo alguien parecido a un ser humano, que se dirigió hacia el anciano y fue presentado ante él. Le dieron poder, honor y reino y todos los pueblos, naciones y lenguas le servían. Su poder es eterno y nunca pasará, y su reino no será destruido. (Daniel 7,13-14)
– Tienen necesidad de paciencia para cumplir la voluntad de Dios y conseguir así lo prometido. Pues todavía un poco, muy poco tiempo; y el que ha de venir vendrá sin tardanza. (Hebreos 10,36-37)
– Porque estimo que los sufrimientos del tiempo presente no son comparables con la gloria que se ha de manifestar en nosotros. Pues la ansiosa espera de la creación desea vivamente la revelación de los hijos de Dios. La creación, en efecto, fue sometida a la caducidad, no espontáneamente, sino por aquel que la sometió, en la esperanza de ser liberada de la esclavitud de la corrupción para participar en la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Pues sabemos que la creación entera gime hasta el presente y sufre dolores de parto. Y no sólo ella; también nosotros, que poseemos las primicias del Espíritu, nosotros mismos gemimos en nuestro interior anhelando el rescate de nuestro cuerpo. Porque nuestra salvación es en esperanza. (Romanos 8,18-24)
– Como sucedió en los días de Noé, así será también en los días del Hijo del hombre. Comían, bebían, tomaban mujer o marido, hasta el día en que entró Noé en el arca; vino el diluvio y los hizo perecer a todos. Lo mismo sucedió en los días de Lot: comían, bebían, compraban, vendían, plantaban, construían; pero el día que salió Lot de Sodoma, llovió fuego y azufre del cielo que los hizo perecer a todos. Así sucederá el Día en que el Hijo del hombre se manifieste. (Lucas 17,26-30)
– Lo que cayó entre los abrojos son los que han oído, pero las preocupaciones, las riquezas y los placeres de la vida les van sofocando y no llegan a madurez. (Lucas 8,14)
– En lo que se refiere al tiempo y al momento, hermanos, no tienen necesidad de que les escriba. Ustedes mismos saben perfectamente que el Día del Señor ha de venir como un ladrón en la noche. Cuando algunos digan: Paz y seguridad, entonces mismo, de repente, vendrá sobre ellos la ruina, como los dolores de parto a la que está encinta; y no escaparán. (1 Tesalonicenses 5,1-3)
– Porque, además, el hombre ignora su momento: como peces apresados en la red, como pájaros caídos en la trampa, así son tratados los humanos por el infortunio cuando les cae encima de improviso. (Eclesiastés 9,12)
– ¡Pánico, hoya y trampa contra ti, morador de la tierra! Sucederá que el que escape del pánico, caerá en la hoya, y el que suba de la hoya, será preso en la trampa. Porque las esclusas de lo alto han sido abiertas, y se estremecen los cimientos de la tierra. (Isaías 24,17-18)
– Tomen, también, el yelmo de la salvación y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios; siempre en oración y súplica, orando en toda ocasión en el Espíritu, velando juntos con perseverancia e intercediendo por todos los santos. (Efesios 6,17-18)
– Porque ha llegado el gran Día de su ira y ¿quién podrá sostenerse? (Apocalipsis 6,17)
– Él los confirmará hasta el fin, irreprensibles en el Día de nuestro Señor Jesucristo. Pues fiel es Dios, por quien han sido llamados a la comunión con su hijo Jesucristo, Señor nuestro. (1 Corintios 1,8-9)
– Yahvé alza la voz al frente de su ejército, porque son innumerables sus batallones, porque es poderoso el ejecutor de sus órdenes, porque es grande el Día de Yahvé y muy terrible: ¿quién podrá soportarlo? (Joel 2,11)
– El sol se convertirá en tinieblas y la luna en sangre, ante la llegada del Día de Yahvé, grande y terrible. (Joel 3,4)
– En efecto, la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que aprisionan la verdad en la injusticia; pues lo que de Dios se puede conocer, está en ellos manifiesto: Dios se lo manifestó. (Romanos 1,18-19)
Comentario
Para referirse a la manifestación gloriosa de Jesús al final de los tiempos, el evangelio de Lucas utiliza el lenguaje simbólico característico del género literario apocalíptico. En el texto hay una invitación a estar preparados para hacer una adecuada lectura de los signos de los tiempos, que se iban a presentar en ese momento. Era necesario estar muy atentos para no ser sorprendidos, pues los acontecimientos que estaban por venir llegarían de improviso y sin previo aviso. Las violentas conmociones cósmicas que se anunciaban para el futuro producirían mucho temor y gran preocupación entre la gente. Sin embargo, no había que olvidar que, al mismo tiempo, esas manifestaciones serían una clara señal de la intervención salvadora de Dios en el mundo y en la historia. De este modo, había que centrar toda la atención en la venida gloriosa del Hijo del hombre, que se haría realidad a través de su descenso desde el cielo con gran poder.
Por tal motivo, cuando empezaran a suceder todas estas cosas, había que recuperar el ánimo y levantar la cabeza, porque lo que se acercaba era nada menos que la liberación definitiva de todo mal. Por encargo del Padre del cielo, el Hijo del hombre vendría a dar por terminada la actual etapa de la historia del mundo y de la humanidad, y a iniciar la definitiva etapa de la historia junto a Dios para siempre. El optimismo, la confianza y la esperanza debían ser las actitudes características del discípulo de Jesús, pues el fin de este mundo sería aquel momento privilegiado de la historia, en que la humanidad llegaría a la plenitud de la vida y de la existencia, de acuerdo con el proyecto original de Dios. Estas actitudes positivas frente al futuro deberían ser también una clara orientación, para asumir el momento presente en forma constructiva. Ya en la actualidad, era posible participar anticipadamente de esa nueva vida prometida por Dios y colaborar activamente para que ella se hiciera realidad en la existencia concreta de todas las personas.
En la segunda parte del evangelio, hay una serie de recomendaciones prácticas para el cristiano. En primer lugar, se reitera la necesidad de estar atentos y vigilantes, pues el momento del fin de la historia era algo realmente imprevisible. Luego, era natural que las personas se preocuparan por las cosas de cada día, pero esto no debería absorber toda la atención de ellas. Las preocupaciones diarias, el afán por las riquezas y el deseo de placer, como también la frivolidad y la superficialidad podían producir un verdadero aturdimiento espiritual, que impediría descubrir la vida y el mundo en su verdadera dimensión más profunda. Finalmente, se recuerda que la actitud de vigilancia se manifestaba especialmente en la oración, entendida como un diálogo personal con Dios en la vida. De este encuentro cotidiano con Dios se podía esperar la fuerza y la energía que eran necesarias para enfrentar el futuro. El objetivo de todas estas recomendaciones prácticas apuntaba en una sola dirección. Se trataba de poder mantenerse en pie delante del Hijo del hombre cuando él venga en su gloria y de poder presentarse sin ningún temor ante él, como Señor y salvador de todos.
P. Sergio Cerna, SVD