El último domingo de septiembre se desarrolló la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado, ocasión en la que el mensaje que entregó el Papa se tituló “Dios camina con su pueblo”.

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Ese día se presentó como una oportunidad para celebrar con los migrantes en la Parroquia Espíritu Santo de Iquique, la que es liderada por los misioneros del Verbum Dei. 

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En la ocasión, la misa principal fue presidida por el Padre Vicente Taji, SVD, quien estuvo acompañado en la procesión de entrada por representantes de distintos grupos de migrantes que portaban banderas de su país de origen, las que fueron dejando cerca del Altar, destacando entre ellos Venezuela, Perú, Bolivia, Ecuador, Argentina, Brasil, Colombia, Myanmar, Indonesia y Paraguay, cuyo Cónsul también participó en la ceremonia.

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Después de la Eucaristía, hubo un espacio de entretenimiento, momento en que cada grupo presentó el baile más representativo de su país vistiendo coloridos trajes, siendo la cueca chilena la danza con la que se dio inicio a esta sección.

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Paralelamente, en la plaza que se ubica frente a la iglesia, se dispusieron stands de comidas típicas, las que pudieron ser degustadas por los asistentes. Y fue en este espacio en que tuvo lugar una de las imágenes que mejor representa el sentido de la celebración: junto a un puesto que ofrecía platos de Indonesia, inmigrantes venezolanos se fotografiaron con su párroco. Sonriendo, levantaron sus dedos en forma de “V”, gesto de victoria. Recordemos que, hasta ahora, más de 7 millones de venezolanos se han visto obligados a abandonar su país para salir en búsqueda de una vida mejor.

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Como Iglesia, creemos que el mejor modo de prevenir el sufrimiento de los refugiados es que ellos no tengan que abandonar nunca su tierra natal. El Papa Francisco escribió sobre ello en su mensaje del año pasado, momento en que precisó que “todos tienen derecho a emigrar, pero nadie debe ser forzado a ello”, idea de la que se desprende que los gobernantes deben preocuparse de brindar condiciones dignas a su pueblo, de tal forma que no se vean exigidos a buscar nuevos horizontes para mejorar su situación.

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Por otra parte, es necesario comentar que el Papa pasó la Jornada de Migrantes y Refugiados en Bélgica, desayunando con migrantes sin hogar en la Parroquia capital, ocasión en la que reiteró su mensaje a Europa y a la comunidad internacional para que traten el fenómeno migratorio como una oportunidad para crecer juntos en fraternidad. Y eso es lo que sucede en Iquique, lugar en que todos los fieles ven en los migrantes el rostro de Jesús, mientras que quienes se vieron obligados a abandonar su país sienten que Dios les acompaña.

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Cabe precisar que Iquique es una ciudad ubicada en el norte de Chile, cerca de la frontera con Perú y Bolivia, por lo que atrae a muchos individuos originarios de dichos países. El grupo más grande vinculado a la Parroquia está compuesto por personas de nacionalidad peruana, quienes se congregaron alrededor de una comunidad de la capilla de San Patricio, lugar en el que se encuentra la Hermandad del Señor de los Milagros.

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En la ciudad es posible encontrar, mayoritariamente, a migrantes de Venezuela, pero no todos son parte de la Eucaristía dominical. A pesar de ello, cada sábado, la parroquia prepara y sirve comidas a los pobres y sin hogar, actividad a la que asisten aproximadamente 120 personas, siendo gran parte de ellos venezolanos que buscan el pan que no han encontrado en su tierra.

P. Jacek Gniadek, SVD