La Palabra del Domingo1, 06 de octubre 2024 Gn 2,18-24
(Dimensión Bíblica SVD Chile)
¿Cómo se presenta en este relato la relación entre Dios, el ser humano y la creación? ¿qué aspectos del lenguaje (narrativa) reflejan esta conexión en términos de dependencia, reciprocidad y complementariedad?
Análisis narrativo de algunos elementos de la composición del texto.
Este pasaje de Gn 2,18-24 se encuentra en el segundo relato de la creación, que es más antropomórfico y focalizado en la relación entre el hombre, la mujer, y el entorno. Es importante considerar cómo este relato contrasta con Génesis 1, donde la creación sigue un orden más estructurado y cosmológico.
Gn 2,18: «No es bueno que el hombre esté solo»
La declaración inicial de Dios de que «no es bueno que el hombre esté solo» es sorprendente en el contexto de Génesis 1, donde todo lo creado es «bueno» o «muy bueno». Aquí se introduce la necesidad de una «ayuda adecuada».
Vocabulario llamativo: La palabra ayuda (hebreo: ‘êzer) no implica asimetría / subordinación, sino una ayuda complementaria. Esta misma palabra se utiliza para describir a Dios en otros textos (cf. Sl 121,2: «Mi ayuda viene del Señor»), lo que refuerza la idea de una relación de reciprocidad y no de jerarquía. Sería interesante saber en qué otra parte de la SE aparece esta expresión con semejante significado.
Gn 2,19-20: Los animales y la búsqueda de la ayuda
Dios crea a los animales y los presenta al hombre para que les dé un nombre, pero «no se encontró para el hombre una ayuda adecuada». Este episodio resalta la singularidad del ser humano dentro de la creación y la necesidad de una contraparte que no puede ser suplida por los animales.
Vocabulario interesante: El acto de nombrar (hebreo: qara’) implica poder y responsabilidad sobre la creación. Sin embargo, ninguno de los animales puede ser la “ayuda” del hombre, lo que subraya la necesidad de una compañía que sea «como él», un reflejo de sí mismo.
El acto de «nombrar» refleja la relación del ser humano con la creación, ¿qué nos dice sobre la naturaleza de la responsabilidad y el cuidado que debemos ejercer sobre lo que está bajo nuestro dominio?
Gn 2,21-22: La creación de la mujer
Dios hace caer al hombre en un «sueño profundo» (hebreo: tardêmah), lo que resalta la intervención directa de Dios en la creación de la mujer. Esta escena destaca el origen común entre el hombre y la mujer, ya que la mujer es creada a partir de una costilla del hombre.
La expresión «profundo sueño» en el sentido de un sueño inducido por Dios aparece en Gn 2,21: «Entonces el Señor Dios hizo caer al hombre en un profundo sueño, y mientras este dormía, le sacó una de las costillas y cerró el lugar con carne.»
El término hebreo utilizado para «profundo sueño» es «tardêmah», que indica un estado de sueño profundo, generalmente relacionado con una intervención divina. Este sueño es un tipo de anestesia divina que Dios usa para llevar a cabo la creación de la mujer a partir del hombre. Otros lugares en la Biblia donde aparece “Profundo Sueño”
Además de Gn 2,21, la palabra sueño profundo aparece en otros pasajes del Antiguo Testamento, aunque no siempre con el mismo propósito de creación. En general, el término se refiere a un estado de sueño profundo inducido por Dios: Gn 15,12; 1S 26,12; Jb 4,13; Is 29,10…
¿Qué significado es posible encontrar en Génesis?
En Gn 2,21, el «profundo sueño» es un elemento clave en el acto de la creación de la mujer. Dios induce este estado en el hombre como parte del proceso de la creación, lo que subraya la intervención divina y el carácter especial de la creación de la mujer. El sueño aquí es un medio para que Dios actúe sin la intervención consciente del hombre, lo que resalta la soberanía de Dios en la creación.
En resumen, «profundo sueño» en la Biblia está vinculado a momentos de intervención o revelación divina, y en Gn 2,21 tiene el propósito específico de crear a la mujer de una manera que subraya tanto la unidad esencial como la diferenciación dentro de la humanidad.
Riqueza del vocabulario: La palabra «costilla» es un término curioso, ya que también lo traducen como «lado». Esto sugiere una igualdad fundamental entre hombre y mujer, una visión de reciprocidad en lugar de subordinación o sometimiento. Curiosamente e interesantemente, esta palabra aparece una única vez en la Sagrada Escritura.
Gn 2,23: «Hueso de mis huesos, carne de mi carne»
Este verso es un himno de reconocimiento y de relación íntima. El hombre reconoce a la mujer como una parte de sí mismo, en contraste con los animales que no compartían esa cercanía. El juego de palabras entre «ish» (hombre) e «ishá» (mujer) en hebreo refuerza esta conexión lingüística y del ser.
La expresión «hueso de mis huesos y carne de mi carne» indica una profunda unidad y solidaridad. Es una forma de decir que hombre y mujer son de la misma esencia.
La expresión bíblica «hueso de mis huesos» aparece en Gn 2,23, en el relato de la creación de la mujer. Esta frase es pronunciada por Adán cuando reconoce a la mujer como su compañera, creada a partir de su costilla (lado, no es inferior):
Gn 2,23: «Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne; esta será llamada ‘mujer’ porque del hombre fue tomada».
Algunas sugerencias de significado de la expresión
La expresión «hueso de mis huesos» subraya la profunda unidad entre el hombre y la mujer. Esta frase indica que la mujer no es una creación separada o ajena, sino una parte integral del hombre, iguales en esencia. La referencia al «hueso» y a la «carne» muestra que hombre y mujer son de la misma naturaleza, lo que simboliza su igualdad en el ser.
En la tradición bíblica, el «hueso» representa algo interno, vital y fuerte, lo que sugiere que la relación entre hombre y mujer no es solo superficial, sino que es una unión profunda y esencial (nuestra historia registrada en nuestros huesos). Esta frase marca una relación de parentesco y cercanía. En el Antiguo Testamento, la expresión «carne y hueso» se utiliza también para referirse a familiares cercanos o a personas que comparten una relación especial (cf. Gn 29,14: «Jacob es hueso mío y carne mía», en referencia al parentesco).
La idea de que la mujer es «hueso de mis huesos» y «carne de mi carne» resalta la unidad indisoluble entre el hombre y la mujer, que Gn 2,24 describe como convertirse en «una sola carne». Esta unión se suele interpretar como el fundamento del matrimonio, un pacto de vida en el que ambos son iguales, están llamados a la complementariedad y pueden llegar a estar profundamente unidos.
Al reconocer a la mujer como «hueso de mis huesos», Adán está expresando una obligación de cuidado y protección. En la cultura hebrea, esta frase también puede evocar la responsabilidad mutua que surge de la relación cercana.
La expresión «hueso de mis huesos» o frases similares también se utilizan en otros pasajes bíblicos para señalar parentesco, relación cercana o incluso la identificación personal con alguien. Algunos ejemplos incluyen 2 S 5,1; Jc 9,2.
¿Qué nos dice este texto sobre la naturaleza de las relaciones humanas y la importancia de la comunidad? ¿Qué aporta a la lectura del evangelio de Mc 10,2-16?
fuentes:
Dimensión Animación Bíblica / Provincia de Chile III/2024 / José Miguel Alvarado, svd
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