Por

Juan Tapia Contreras, SVD

São Paulo–SP–Brasil

Provincia BRC

Siguiendo los pasos de Jesucristo encarnado en medio de su pueblo, cada día se renueva en mí este llamado y elección de parte de Dios para ser su discípulo en la Congregación de los Misioneros del Verbo Divino. Desde que ingresé en las primeras etapas de la formación en 2016 fui viviendo varias experiencias que abrieron nuevas perspectivas en mi comprensión de la vida religiosa y consagrada.

Pero fue recién en 2019, habiendo llegado a São Paulo, en Brasil, que experimenté una nueva forma de ver el mundo: a Jesús en cada uno de los hombres y mujeres, sobre todo, en los más pobres. Y eso no se trata de un slogan o una declaración de buenas intenciones. ¡Es mucho más que eso! Se trata de una experiencia vivida y sentida, un acercamiento a los más pobres de los pobres, a las personas que viven en las calles, debajo de los puentes, en las plazas.

Fue aquí que aprendí a reconocer y abrazar esa realidad, para luchar contra ella, contra las injusticias, contra la mediocridad, contra la indiferencia. Ese es el verdadero espíritu del Evangelio que siento que me impulsa a seguir En la misión. Realizando eso, junto a mis hermanos de formación, me siento plenamente convencido, con cada año que pasa, que Jesús me llama y me confirma, para ser su discípulo, religioso del Verbo Divino, sacerdote para su pueblo.

Brasil ha sido mi hogar en los últimos 5 años, con todas sus cosas buenas y malas. Con sus alegrías y tristezas. ¡Y los desafíos que son constantes! Aquí ya me encuentro en los últimos dos años de mi formación inicial, en vista al sacerdocio. En2025, de hecho, cuando se cumplan 150 años de la Congregación fundada por San Arnoldo Janssen, me tornaré, con la gracia de Dios y las oraciones de todos los que me conocen, miembro pleno de la sociedad del Verbo Divino y estaré cada vez más cerca de la ordenación sacerdotal, para alegría mía, de mi familia y amigos, de mis cohermanos y compañeros en la misión de Dios.

Que este inicio de 2024, junto con el 3º año de teología, y preparándome para nuevos y hermosos desafíos pastorales aquí en esta tierra brasileña, pido a Dios que continuándonos el coraje y la fuerza de anunciar con pasión la Buena Noticia de la liberación de la opresión e injusticias, de la morque perdona y cura las heridas y de la vida en abundancia para todos. Y que “ante la luz del Verbo y del Espíritu de gracia, desaparezcan las tinieblas del pecado y la noche de la incredulidad, y viva el Corazón de Jesús en los corazones de toda la humanidad. Amén.”