Domingo de Ascensión: 21 de mayo 2023

Nueva reflexión sobre el Evangelio dominical de nuestro especial bíblico

Por su parte, los once discípulos marcharon a Galilea, al monte que Jesús les había indicado. Y al verlo le adoraron; algunos sin embargo dudaron. Jesús se acercó a ellos y les habló así: Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra. Vayan, pues, y hagan discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo les he mandado. Y he aquí que yo estoy con ustedes todos los días hasta el fin del mundo. (Mateo 28,16-20)

Referencias bíblicas

– Al oír esto Jesús quedó admirado y dijo a los que le seguían: Les aseguro que en Israel no he encontrado en nadie una fe tan grande. Y les digo que vendrán muchos de oriente y occidente y se pondrán a la mesa con Abrahán, Isaac y Jacob en el reino de los Cielos, mientras que los hijos del Reino serán echados a las tinieblas de fuera; allí será el llanto y el rechinar de dientes. Y dijo Jesús al centurión: Anda; que te suceda como has creído. Y en aquella hora sanó el criado. (Mateo 8,10-13)

– Ella fue a comunicar la noticia a los que habían vivido con él, que estaban tristes y llorosos. Ellos, al oír que vivía y que había sido visto por ella, no creyeron. Después de esto, se apareció, bajo otra figura, a dos de ellos cuando iban de camino a una aldea. Ellos volvieron a comunicárselo a los demás; pero tampoco creyeron a éstos. Por último, estando a la mesa los once discípulos, se les apareció y les echó en cara su incredulidad y su dureza de corazón, por no haber creído a quienes le habían visto resucitado. (Marcos 16,10-14)

– Regresaron, pues, del sepulcro y anunciaron todas estas cosas a los Once y a todos los demás. Las que referían estas cosas a los apóstoles eran María Magdalena, Juana y María la de Santiago y las demás que estaban con ellas. Pero a ellos todas aquellas palabras les parecían desatinos y no les creían. (Lucas 24,9-11)

– Estaban hablando, cuando él se presentó en medio de ellos y les dijo: La paz con ustedes. Sobresaltados y asustados, creían ver un espíritu. Pero él les dijo: ¿Por qué se turban? ¿Por qué dudan en su corazón? Miren mis manos y mis pies; soy yo mismo. Pálpenme y vean, porque un espíritu no tiene carne y huesos como ven que yo tengo. Y, diciendo esto, les mostró las manos y los pies. Como no acababan de creérselo a causa de la alegría y estaban asombrados, les dijo: ¿Tienen aquí algo de comer? Ellos le ofrecieron un trozo de pescado. Lo tomó y comió delante de ellos. (Lucas 24,36-43)

– Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Los otros discípulos le decían: Hemos visto al Señor. Pero él les contestó: Si no veo en sus manos la señal de los clavos y no meto mi dedo en el agujero de los clavos y no meto mi mano en su costado, no creeré. Ocho días después, estaban otra vez sus discípulos dentro y Tomás con ellos. Se presentó Jesús en medio estando las puertas cerradas, y dijo: La paz con ustedes. Luego dice a Tomás: Acerca aquí tu dedo y mira mis manos; trae tu mano y métela en mi costado, y no seas incrédulo sino creyente. Tomás le contestó: Señor mío y Dios mío Le dice Jesús: Porque me has visto has creído. Dichosos los que no han visto y han creído. (Juan 20,24-29)

– Así habla Ciro, rey de Persia: Yahvé, el Dios de los cielos, me ha dado todos los reinos de la tierra. Él me ha encargado que le edifique un templo en Jerusalén, en Judá. Quien de entre ustedes pertenezca a su pueblo, ¡sea su Dios con él y suba! (2 Crónicas 36,23)

– Le dieron poder, honor y reino y todos los pueblos, naciones y lenguas le servían. Su poder es eterno y nunca pasará, y su reino no será destruido. (Daniel 7,14)

– El Padre ama al Hijo y ha puesto todo en su mano. (Juan 3,35)

– Les dijo: Vayan por todo el mundo y proclamen la Buena Nueva a toda la creación. El que crea y sea bautizado, se salvará; el que no crea, se condenará. (Marcos 16,15-16)

– Así está escrito: que el Cristo debía padecer y resucitar de entre los muertos al tercer día y que se predicaría en su nombre la conversión para perdón de los pecados a todas las naciones, empezando desde Jerusalén. Ustedes son testigos de esto. (Lucas 24,46-48)

– Al oír esto, dijeron con el corazón compungido a Pedro y a los demás apóstoles: ¿Qué hemos de hacer, hermanos? Pedro les contestó: Conviértanse y que cada uno de ustedes se haga bautizar en el nombre de Jesucristo, para perdón de sus pecados; y recibirán el don del Espíritu Santo; pues la Promesa es para ustedes y para sus hijos, y para todos los que están lejos, para cuantos llame el Señor Dios nuestro. (Hechos 2,37-39)

– Él les contestó: No es cosa de ustedes conocer el tiempo y el momento que el Padre ha fijado con su propia autoridad; al contrario, ustedes recibirán una fuerza, cuando el Espíritu Santo venga sobre ustedes, y de este modo serán mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra. (Hechos 1,7-8)

– Josué, hijo de Nun, estaba lleno del espíritu de sabiduría, porque Moisés le había impuesto las manos. Y le obedecieron los israelitas, cumpliendo la orden que Yahvé había dado a Moisés. (Deuteronomio 34,9)

– Moisés dijo: ¡Por favor, Señor! Yo nunca he sido hombre de palabra fácil, ni aun después de haber hablado contigo; sino que soy torpe de boca y de lengua. Yahvé le respondió: ¿Quién ha dado la boca al hombre? ¿Quién hace al mudo y al sordo, al que ve y al ciego? ¿No soy yo, Yahvé? Así pues, vete, que yo estaré en tu boca y te enseñaré lo que debes decir. Él replicó: ¡Por favor, Señor! Envía a quien quieras. (Éxodo 4,10-13)

– No harás impura la tierra en que habitan, porque yo habito en medio de ella, pues yo, Yahvé, tengo mi morada entre los israelitas. (Números 35,34)

– Vean que la virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrán por nombre Emmanuel, que traducido significa: Dios con nosotros. (Mateo 1,23)

– Porque donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos. (Mateo 18,20)

– No los dejaré huérfanos: volveré a ustedes. Dentro de poco el mundo ya no me verá,

pero ustedes sí me verán, porque yo vivo y también ustedes vivirán. Aquel día comprenderán que yo estoy en mi Padre y ustedes en mí y yo en ustedes. El que tiene mis mandamientos y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ame, será amado de mi Padre; y yo le amaré y me manifestaré a él. (Juan 14,18-21)

Comentario

El texto se encuentra en la conclusión del evangelio de Mateo y al final de su último capítulo. Este capítulo se divide en cuatro partes: 1. El sepulcro vacío y el mensaje del ángel (28,1-8). 2. Aparición a las mujeres (28,9-10). 3. El soborno a los soldados (28,11-15). 4. Aparición en Galilea y misión universal (28,16-20). En el evangelio, llama la atención esta única aparición de Jesús a sus discípulos en Galilea, precedida del testimonio de un ángel a las mujeres y de la aparición de Jesús a ellas. Lo primero sucedió cuando las mujeres fueron a ver el sepulcro; lo segundo ocurrió mientras ellas iban a compartir la resurrección con los discípulos. En todo caso, conviene destacar la sobriedad del relato de Mateo sobre el misterio de la resurrección de Jesús. El evangelio está centrado en la última aparición de Jesús a sus discípulos en Galilea y en el envío de ellos a la misión universal. Su mensaje está relacionado con la misión de Jesús y su continuación por la comunidad de sus discípulos. Los discípulos podían tener la certeza de que Jesús no se desvincularía de su proyecto salvador; más bien, él sería garantía de su realización plena. Su futuro regreso glorioso marcaría el comienzo de la última y definitiva etapa de la historia de la salvación.

El evangelio se divide en cuatro partes. 1. Introducción (28,16). Por su parte, los once discípulos marcharon a Galilea, al monte que Jesús les había indicado.  Después de la Última Cena, Jesús había citado a sus discípulos a Galilea. Esto fue ratificado, por un ángel y por Jesús, a las mujeres que habían ido al sepulcro. En Galilea, Jesús empezó a anunciar el Reino y allí culminó su misión. En un monte, Jesús proclamó su nueva ley de justicia y en un monte, él envió a sus discípulos a hacerla realidad en el mundo. 2. Aparición a los discípulos (28,17) Y al verlo le adoraron; algunos sin embargo dudaron. El evangelio de Mateo contiene una única aparición de Jesús a sus discípulos en Galilea. Por eso, el evangelista tuvo que referirse a las dudas de los discípulos en esta aparición. Los demás evangelistas las recogieron en otros contextos. 3. Envío a la misión universal (28,18-20a). Jesús se acercó a ellos y les habló así: Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra. Vayan, pues, y hagan discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo les he mandado. Jesús había recibido de su Padre la plenitud del poder salvador y lo había utilizado con fidelidad y generosidad. Ahora él quería transmitir este poder a sus discípulos. Él los envió a la misión universal, para que todos pudieran llegar a ser discípulos y pudieran compartir la vida, el mensaje y la misión de Jesús. El bautismo sería el signo de la incorporación a la nueva vida, que debería integrarse a la vida de los creyentes. 4. Conclusión (28,21b). Y he aquí que yo estoy con ustedes todos los días hasta el fin del mundo. La presencia de Jesús junto a la comunidad de sus discípulos aseguraba la realización del proyecto misionero de Jesús. Ya en su comienzo, el evangelio de Mateo anunció que el nombre de Jesús sería Emmanuel, es decir, Dios con nosotros (1,23). Ahora, el evangelio concluía con lo más relevante de su buena noticia: la persona de Jesús era la garantía de la presencia permanente de Dios junto a nosotros (28,20). Se trata del recurso literario de la inclusión, que quiere indicar el comienzo y el fin de un determinado texto y, sobre todo, el contenido principal de su mensaje.

+ P. Sergio Cerna, SVD