Nueva reflexión sobre el Evangelio dominical de nuestro especial bíblico

Si me aman, guardarán mis mandamientos; y yo pediré al Padre y les dará otro Paráclito, para que esté con ustedes para siempre, el Espíritu de la verdad, a quien el mundo no puede recibir, porque no le ve ni le conoce. Pero ustedes le conocen, porque mora con ustedes y estará en ustedes. No los dejaré huérfanos: volveré a ustedes. Dentro de poco el mundo ya no me verá, pero ustedes sí me verán, porque yo vivo y también ustedes vivirán. Aquel día comprenderán que yo estoy en mi Padre y ustedes en mí y yo en ustedes. El que tiene mis mandamientos y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ame, será amado de mi Padre; y yo le amaré y me manifestaré a él. (Juan 14,15-21)

Referencias bíblicas

– Pues el amor a Dios consiste en guardar sus mandamientos. Y sus mandamientos no son pesados. (1 Juan 5,3)

– Escucha, Israel: Yahvé nuestro Dios es el único Yahvé. Amarás a Yahvé tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas. Queden en tu corazón estas palabras que yo te dicto hoy. Se las repetirás a tus hijos, les hablarás de ellas tanto si estás en casa como si vas de viaje, así acostado como levantado; las atarás a tu mano como una señal, y serán como una insignia entre tus ojos; las escribirás en las jambas de tu casa y en tus puertas. (Deuteronomio 6,4-9)

– Guarda, pues, los mandamientos, preceptos y normas que yo te mando hoy poner en práctica. (Deuteronomio 7,11)

– Amarás a Yahvé, tu Dios, y guardarás sus consignas, sus preceptos, normas y mandamientos, todos tus días. (Deuteronomio 11,1)

– El amor es la observancia de sus leyes, la atención a las leyes es garantía de inmortalidad. (Sabiduría 6,18)

– Hijos míos, les escribo esto para que no pequen. Pero si alguno peca, tenemos un abogado ante el Padre: a Jesucristo, el Justo. Él es víctima de propiciación por nuestros pecados, no sólo por los nuestros, sino también por los del mundo entero. (1 Juan 2,1)

– En el mundo estaba, y el mundo fue hecho por ella, y el mundo no la conoció. Vino a los suyos, y los suyos no la recibieron. (Juan 1,10-11)

– El Presbítero a la Señora Elegida y a sus hijos, a quienes amo en la verdad; y no solo yo, sino también todos los que han conocido la Verdad, a causa de la verdad que permanece en nosotros y que estará con nosotros para siempre. (2 Juan 1-2)

– No me abandones, no me dejes, Dios de mi salvación. Si mi padre y mi madre me abandonan, Yahvé me acogerá. (Salmo 27,9-10)

– Pero dice Sión: Yahvé me ha abandonado, el Señor me ha olvidado. ¿Acaso olvida una mujer a su niño de pecho, sin compadecerse del hijo de sus entrañas? Pues, aunque ésas llegasen a olvidar, yo no te olvido. (Isaías 49,14-15)

– Entonces él dijo: Todavía un poco de tiempo estaré con ustedes y me voy al que me ha enviado. Me buscarán y no me encontrarán; adonde yo esté, ustedes no pueden venir. Se decían entre sí los judíos: ¿A dónde se irá éste que nosotros no le podamos encontrar? ¿Se irá a los que viven dispersos entre los griegos para enseñar a los griegos? ¿Qué es eso que ha dicho: ¿Me buscarán y no me encontrarán, y adonde yo esté, ustedes no pueden venir? (Juan 7,33-36)

– Jesús les dijo otra vez: Yo me voy y ustedes me buscarán, y morirán en su pecado. Adonde yo voy, ustedes no pueden ir. Los judíos se decían: ¿Es que se va a suicidar, pues dice: ¿Adónde yo voy, ustedes no pueden ir? (Juan 8,21-22)

– Dentro de poco ya no me verán y dentro de otro poco me volverán a ver. Entonces algunos de sus discípulos comentaron entre sí: ¿Qué es eso que nos dice: Dentro de poco ya no me verán y dentro de otro poco me volverán a ver y Me voy al Padre? Y decían: ¿Qué es ese poco? No sabemos lo que quiere decir. Se dio cuenta Jesús de que querían preguntarle y les dijo: ¿Andan preguntándose acerca de lo que he dicho: Dentro de poco no me verán y dentro de otro poco me volverán a ver? En verdad, en verdad les digo que llorarán y se lamentarán, y el mundo se alegrará. Estarán tristes, pero su tristeza se convertirá en gozo. (Juan 16,16)

– Lo mismo que el Padre, que vive, me ha enviado y yo vivo por el Padre, también el que me coma vivirá por mí. (Juan 6,57)

– Yo y el Padre somos uno. (Juan 10,30)

– Yo ya no estoy en el mundo, pero ellos sí están en el mundo, y yo voy a ti. Padre santo, cuida en tu nombre a los que me has dado, para que sean uno como nosotros. Para que todos sean uno. Como tú, Padre, en mí y yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros,

para que el mundo crea que tú me has enviado. Yo les he dado la gloria que tú me diste, para que sean uno como nosotros somos uno: yo en ellos y tú en mí, para que sean perfectamente uno, y el mundo conozca que tú me has enviado y que los has amado a ellos como me has amado a mí. (Juan 17,11.21-23)

– La sabiduría es radiante e inmarcesible. Se deja ver fácilmente por los que la aman y encontrar por los que la buscan. Su verdadero comienzo es el afán de instrucción, el interés por la instrucción es amor, el amor es la observancia de sus leyes, la atención a las leyes es garantía de inmortalidad y la inmortalidad acerca a Dios; por tanto, el afán de la sabiduría conduce al reino. (Sabiduría 6,12.17-20)

– Yo amo a los que me aman y los que me buscan con afán me encuentran. (Proverbios 8,17)

– Pues el Padre los quiere, porque me quieren a mí y creen que salí de Dios. (Juan 16,27)

– Yo les he dado a conocer tu nombre y se lo seguiré dando a conocer, para que el amor con que tú me has amado esté en ellos y yo en ellos. (Juan 17,26)

– La sabiduría educa a sus hijos, y se cuida de los que la buscan.

El que la ama, ama la vida, los que madrugan en su busca se llenarán de gozo.

El que la posee heredará la gloria, dondequiera que vaya, el Señor le bendecirá.

Los que la sirven, rinden culto al Santo, a los que la aman, los ama el Señor. (Eclesiástico 4,11-14)

Comentario

El texto del evangelio se encuentra en el contexto del discurso de despedida de Jesús, ubicado al comienzo del Libro de la Pasión y la Gloria del evangelio de Juan. Las partes de este discurso son: 1. El mandamiento nuevo (13,31-35). 2. Anuncio de la negación de Pedro (13,36-38). 3. Jesús es camino, verdad y vida (14,1-14). 4. Anuncio del Espíritu Santo (14,15-17). 5. El regreso de Jesús (14,18-24). 6. Anuncio del Espíritu Santo (14,25-26). 7. La paz de Jesús (14,27-31). El evangelio trata de la relación entre el amor y los mandamientos y es la continuación de la unidad literaria sobre Jesús camino, verdad y vida. Contiene los anuncios de la venida del Espíritu Santo y del regreso de Jesús. A continuación, viene un segundo anuncio del Espíritu Santo y la promesa del don de la paz.

El evangelio tiene las siguientes partes. 1. Introducción (14,15). En la primera parte del discurso de despedida, Jesús ya había anunciado el mandamiento nuevo del amor: Les doy un mandamiento nuevo: que se amen los unos a los otros. Que, como yo los he amado, así se amen también ustedes los unos a los otros. En esto conocerán todos que son discípulos míos: si se tienen amor los unos a los otros. (Juan 13,34-35) Ahora se trataba de la relación entre el amor a Jesús de los discípulos y el cumplimiento de sus mandamientos. Si me aman, guardarán mis mandamientos. La referencia a los mandamientos no está relacionada con la observancia de un conjunto de normas morales. En el lenguaje bíblico, guardar los mandamientos significa prestar atención a la palabra de Dios e integrarla armónicamente a la vida. En esta perspectiva de la Palabra, se ubica Jesús. 2. El Paráclito (14,16-17). Luego viene la primera de las cinco referencias al Espíritu Paráclito que aparecen en el discurso de despedida del evangelio de Juan. Yo pediré al Padre y les dará otro Paráclito, para que esté con ustedes para siempre. (14,16) Enviado por el Padre a petición de Jesús, el Paráclito permanecerá para siempre junto a los discípulos. Él será un intercesor permanente de los discípulos ante Dios, como también guiará y apoyará a la comunidad en el servicio al evangelio de Jesús. El Paráclito es también llamado el Espíritu de la verdad. De él se dice que vivirá junto a los discípulos y que estará siempre con ellos. 3. Regreso de Jesús (14,18-20). Era natural que la partida de Jesús despertara sentimientos de temor e inseguridad en los discípulos. Sin embargo, por la presencia del Espíritu, ellos ya no deberían sentirse solos. A esto, Jesús agregó que no los dejaría huérfanos, pues él regresaría para estar espiritualmente junto a ellos. No se trataba de su regreso al final de los tiempos, sino de un acompañamiento que sólo los discípulos podrían percibir. La nueva vida de Jesús haría que también ellos descubrieran una nueva dimensión de la existencia: Porque yo vivo, también ustedes vivirán. 4. Conclusión (14,21). El evangelio culmina con una nueva referencia al amor y los mandamientos. El que tiene mis mandamientos y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ame, será amado de mi Padre; y yo le amaré y me manifestaré a él. La persona que acogía la palabra de Jesús y la hacía realidad en la vida demostraba que lo amaba realmente. Más tarde, Jesús agregaría: Mi Padre le amará y vendremos a él y haremos nuestra morada en él. (14,23)

+ P. Sergio Cerna, SVD