“ADORADORA EN ESPÍRITU Y VERDAD”, la Madre María Micaela, cofundadora de la CONGREGACIÓN DE LAS SIERVAS DEL ESPÍRITU SANTO DE PERPETUA ADORACIÓN, fue verdaderamente una lámpara luminosa que con su luz guió tanto a sus Hijas espirituales como a numerosos consagrados y laicos quienes, cuando visitaban Steyl, la pequeña localidad en la que San Arnoldo fundó sus tres Congregaciones. Acudían a conocerla y a intercambiar un diálogo espiritual con ella, quien irradiaba con su amor maternal, el Amor de Dios Uno y Trino que moraba en su corazón y en cuya presencia vivía constantemente.

Su gozo era dar alegría a los demás, a Dios y a todos los que se ponían en contacto con ella. Daba mucho énfasis al acompañamiento espiritual individual.  Hacía todo lo que podía para entender a cada Hermana y actuaba según sus disposiciones y necesidades.

La Hermanas recuerdan:

 “A pesar de todo su trabajo y sus muchas preocupaciones mostraba gran interés por cada persona, dedicando mucho tiempo para ayudar a cada una.  Con infinita paciencia escuchaba sus inquietudes, pedidos y deseos; las instruía, animaba, consolaba y fortalecía. ¡Y qué grande era su alegría cuando podía ayudar!”

 La Madre María Micaela solía repetir frecuentemente la frase:

bajo la mirada del Sol Eucarístico, sirvamos a Dios con alegría”

Sus palabras llegaban a lo profundo del corazón de quien la escuchaba, porque procedían de su VIDA, por eso eran palabras portadoras de VIDA, “la vida en abundancia” que vino a traernos Jesús, VIDA que ella recibía a torrentes de su SOL  EUCARÍSTICO en cada Eucaristía y Adoración.

“LOS MEJORES APÓSTOLES DE LA PREDICACIÓN SON LOS QUE REZAN CON MÁS FERVOR, A EJEMPLO DEL SEÑOR JESÚS QUIEN PASABA A MENUDO NOCHES EN ORACIÓN A SU PADRE” dijo San Arnoldo. Ciertamente, este fue el secreto de las Palabras de VIDA de la Madre María Micaela, su constante contacto con la Fuente de la Vida: el Sol Eucarístico.

 Una de sus Hermanas, la Hna. María Agnes, da su testimonio sobre la Madre:

“Su apariencia exterior entera, su postura digna al arrodillarse, mientras caminaba o estaba de pie, incluso en la conversación, eran un reflejo de su alma transparente y sincera. 

Mucho podría decirse sobre su devoción a la Santa Eucaristía. Incluso su conducta exterior en la presencia del santísimo Sacramento realmente edificaba y dejó una impresión fuerte en las Hermanas. La Santa Eucaristía era el sol de su vida. Para su mayor veneración ella utilizó toda su fuerza vital; ningún sacrificio, ningún esfuerzo era demasiado grande y demasiado difícil para ella cuando era cuestión de establecer otro santuario para el Salvador  Eucarístico, sobre todo en las áreas de misión. Ella trataba de animar a las Hermanas a la veneración de la Santa Eucaristía, tanto cuanto podía, con la palabra y el ejemplo.

«Nosotros no podemos dar mayor alegría a Dios que si en todas las cosas, en las tareas que realizamos desde muy temprano en la mañana hasta tarde, en la noche, buscamos sólo la gloria del buen Dios aún en los actos más pequeños e insignificantes.  Debemos aprovechar bien todas las oportunidades”.  Este espíritu de fe también era la fuente de su piedad sin complicaciones, simple.

No le gustaba que se le diera demasiada importancia a las cosas extraordinarias. Solía decir: «El Dios bueno es un ser simple y ama las almas pequeñas y simples que caminan ante Él en la simplicidad de corazón. La Madre de Dios y San José no hicieron nada extraordinario y fueron los más grandes santos.»

 

ORACIÓN PARA ALCANZAR GRACIAS POR SU INTERCESIÓN:

 Dios Espíritu Santo, fuente de todas las gracias, Tú inflamaste el corazón de tu fiel sierva Madre María Micaela, con un gran amor hacia el Santísimo Sacramento y el deseo de ayudar, mediante la adoración y el sacrificio, a los sacerdotes y a la obra misionera de la Iglesia.  Por su intercesión asístenos en nuestras necesidades…(pedir la gracia) y responde a nuestras peticiones, de acuerdo con tu voluntad, como sea mejor para nuestro bien temporal y eterno.   Por Cristo Nuestro Señor.  Amén

 

*Autoría: Hermanas Siervas del Espíritu Santo de la Adoración Perpetua, Convento Corazón Eucarístico de Jesús de Villa Alemana, Región de Valparaíso.