El P. Felipe Hermosilla SVD partió desde Chile a Paraguay a fines de septiembre del año pasado para integrarse a su primer destino misionero. Y hoy, en una fecha especial en la fe del pueblo paraguayo, comparte con nosotros algunas experiencias que han marcado el comienzo de su misión: aprendizajes, dificultades y la esperanza de encarnar su lema de ordenación sacerdotal: “ser todo para todos”.
«En este día, Paraguay celebra a su santo patrono san Blas, obispo. Es una tradición antiquísima la bendición con las velas cruzadas en la garganta, rememorando aquella historia de san Blas camino a su martirio. Cuando el santo obispo era llevado a su martirio, una madre suplicó su ayuda, ya que su hijo se atragantó con una espina de pescado. San Blas retiró la espina y el niño se salvó. Así fue como san Blas adquirió la fama de protector contra las enfermedades a la garganta. Los primeros misioneros que arribaron al Paraguay trajeron la devoción a esta tierra y, junto a María Auxiliadora, goza de fama y respeto en el pueblo paraguayo.
Me pidieron desde mi provincia madre que pueda narrar estos primeros meses de misión en esta tierra. No es fácil condensar en pocas líneas mi experiencia misionera temprana en la provincia paraguaya; quizás por el sabor agridulce de esta. Siendo un conocedor de la vida de nuestro Fundador, he pecado de inocente en creer que los inicios siempre son fáciles. Más aun sabiendo que venía de un tiempo maravilloso en mi parroquia san José Obrero de Rancagua y el Colegio del Verbo Divino.
Paraguay es un país hermoso en muchos aspectos: la comida, el clima, su cultura, la música y la sencillez de su gente. Es un pueblo de fe y costumbres religiosas arraigadas en el corazón de la gente. Trabajo en un pueblo al norte de la ciudad de Encarnación que se llama San Pedro del Paraná. Hace ya 50 años que nuestra Congregación trabaja en esta parroquia, la cual está bajo el patrocinio de San Pedro apóstol. Esta zona es particular, ya que es muy diferente al resto del país. En otros lugares, la fe de la gente es desbordante y la participación multitudinaria; aquí la práctica religiosa es más bien sobria y tradicional: “basta ir a una vez a la semana a la iglesia y es suficiente” replica la gente.
El P. Felipe Hermosilla sirve en la Provincia paraguaya desde septiembre del año 2022
La realidad es distinta, eso sí, en el campo. Estoy enamorado de la gente del campo, de su sencillez y cariño. Su fe no denota poca profundidad o reflexión, es una fe vivida y encarnada. Con las comunidades campesinas estoy feliz; en el pueblo no tanto. Quizás el pueblo está dolido por los errores y omisiones que cometimos como Congregación en el manejo de algunos problemas (los cuales no voy a mencionar, ya que no vienen al caso y por respeto a los cohermanos de la provincia). He debido cuidar mucho mis comentarios, palabras y actitudes, y mi forma de relacionarme con la gente. No esperan que los religiosos nos comportemos como ellos, sino que marquemos la diferencia entre nuestras costumbres y las suyas. Lo acepto y respeto con apertura cultural.
No han sido fáciles estos inicios en este pueblo que me abraza y acoge, pero el Señor me consuela con una gran verdad: el Reino es de los pobres y sencillos. Así que mi amor y mi dedicación va para ellos y hacerme uno con ellos: “Soy todo para todos” fue mi consigna de ordenación.
Poco a poco se va soltando la lengua con el guaraní, el cual no es un idioma fácil por el sonido de las vocales; algunas de ellas inexistentes en el castellano. Sin embargo, la gente me tiene paciencia y se ríe de mis errores. Por ejemplo, hay un pueblo que se llama Yuty, y yo pronuncio “Youtube”.
Un saludo cordial a todos los cohermanos, hermanas misioneras siervas y laicos colaboradores de Chile. Siempre en mi oración y recuerdo, especialmente mi gente de Rancagua y del Verbo de Las Condes».