Hoy los misioneros del Verbo Divino en Chile recuerdan un nuevo aniversario de la partida a la Casa del Padre del P. Ernesto Heidemann, quien falleció el 19 de enero del año 2019 en la ciudad de Los Ángeles, región del Bíobío. Por ese motivo, el P. Sergio Edwards SVD, uno de los verbitas que tuvo una cercana relación con él, comparte la siguiente semblanza para recordar y reconocer el servicio del P. Ernesto en la Provincia chilena.

Cuando yo era un joven sacerdote misionero, recuerdo que un colega anciano me dijo: «si quieres ser un buen misionero, tienes que ser como yo». Aunque él era un buen religioso, su comentario me chocó porque mostraba poca humildad. Varias veces me tocó conocer personas similares: buenos misioneros, pero sin suficiente humildad. No es el caso del padre Ernesto Heidemann quien, siendo un buen sacerdote misionero, excelente administrador, era humilde pues tenía muy claras sus limitaciones de carácter y sus dificultades para vivir la consagración religiosa, por lo que nunca se ponía a sí mismo como un ejemplo. Al contrario, nunca ocultaba que a los 40 años había tenido una profunda crisis vocacional que lo hizo solicitar un permiso de ausencia prolongada, dejando la Congregación y el ministerio sacerdotal por largos cinco años. Los cambios en la Iglesia Católica con el Concilio Vaticano II fueron tan profundos que remecieron los fundamentos de su opción por la vida consagrada. Vivió cinco años en Brasil, comenzando como obrero, terminando como el dueño de una cadena de lavanderías. Cuando se sintió seguro para volver a la vida religiosa, vendió todo lo que tenía y retornó a la Congregación del Verbo Divino en Chile.

Siempre recordaba con agradecimiento que los sacerdotes y hermanos de la Congregación nunca le sacaron en cara que se hubiera salido por un tiempo.
Al volver, se le confiaron grandes responsabilidades: fue ecónomo provincial; rector de la Escuela Industrial El Pinar; director, y luego sólo representante legal de la Escuela San José de Huaqui, cargo que ocupó hasta los 84 años de edad.

Tuvo un ataque a los 86 años, por lo que dejó su querido Huaqui para trasladarse a la vecina ciudad de Los Ángeles, muriendo en la casa de la comunidad religiosa verbita del Liceo Alemán pocos días antes de cumplir los 89 años de edad, en enero de 2019.
Era algo especial en la manera de vivir su sacerdocio. Tenía una especie de pánico escénico por lo que hacía misa cada día, pero solo. Sin embargo, pasaba largas horas oyendo confesiones.
Agradecía a Dios por una buena cerveza u otra bebida alcohólica, pero nunca dejaba de trabajar arduamente en su misión. Era muy fiel en su participación en las actividades comunitarias como los almuerzos y reuniones de distrito, porque disfrutaba de la compañía de sus hermanos de comunidad.

En los últimos 10 años decidió no volver más a su patria pues se sentía muy contento en Chile y muy débil para viajes tan largos. Le daba gracias a Dios por haber puesto en su camino al padre Luis Rodríguez, su compañero en los estudios de Teología en Alemania, quien lo animó a pedir Chile como su destino misional. Aunque siempre fue muy alemán, quiso mucho a Chile, donde vivió más de 50 años. 

Cuando yo era seminarista le pedí ser mi confesor. Por eso lo conocí muy bien en la década de 1980. Le pedí que me pusiera los ornamentos litúrgicos durante mi Ordenación Sacerdotal.  Al volver de la provincia China me tocó vivir seis años muy cerca, él en Huaqui y yo en Los Ángeles. Volvió a ser mi confesor hasta que él murió. Fue también un buen amigo. 

P. Sergio Edwards SVD