*Por: P. Yuventus Adur SVD
Cuando uno planifica hacer un viaje a un lugar determinado, piensa primero qué ruta va a seguir. Tenemos la posibilidad de enfrentar las rutas más largas o cortas y cada una de ellas tiene sus ventajas y desventajas. Hay rutas más cortas y rápidas para llegar, pero a lo mejor tendrán más dificultades. Hay rutas largas y lentas y se necesita tiempo para llegar, pero quizás tendrán menos dificultades. Es decir, todo viaje tiene sus desafíos, sus problemas, sus defectos, sus ventajas y desventajas. Por eso, hay viajes que no llegan a destino por condiciones limitadas de los seres humanos, como por ejemplo, los accidentes de tránsito (automóvil, tren, etc), del aire, del mar que se enfrentan en el viaje. O también algunos se detienen un momento para descansar y tomar el aire fresco y continuar, pero generalmente todos hacemos un viaje con una sola convicción: poder llegar a destino.
Creo que nuestra vida también es hacer un viaje para llegar al destino y en este mismo viaje nos encontramos con personas, empezamos en la familia con nuestros parientes, en la escuela con nuestros compañeros y maestros, en la comunidad con nuestros socios del trabajo y en la sociedad con otros ciudadanos. Allí, donde nos incorporamos como miembros de una sociedad con todo el cumplimiento de las reglas y leyes de un estado civil y religioso. Y todo esto conlleva un tremendo desafío en lo personal y en la sociedad en general.
María y José también hacen el viaje a Belén de Nazareth para cumplir el deber de inscribirse como ciudadanos. Parecía, que el viaje que hacían los dos personajes importantes junto con el pueblo fuera una orden del gobierno, pero en realidad el viaje fue necesario para cumplir la Sagrada Escritura: Isaías 9:6 profetiza que Jesucristo vendrá como un niño, Miqueas 5:2 profetiza que Jesús nacerá en Belén. Por su parte, en Mateo 2:4-6 los escribas sabían que Belén era el lugar de nacimiento que se había profetizado para el Mesías. y hacer posible el nacimiento del Niño Salvador.
María y José contemplaban el viaje y lo preparaban. José como esposo tiene la responsabilidad de cuidar a su esposa María, pero sobre todo al bebé que lleva en el vientre de la Virgen, que no es cualquier bebe sino el hijo de Dios Altísimo. Ese viaje largo con todas sus dificultades topográficas, montañosas, colinas, el desierto con el clima cambiante, la frialdad de la noche y caluroso del día, hambre y fatiga corporal y la soledad en lo espiritual que impiden llegar sano y buenas condiciones al destino. Y, posiblemente, algunos no llegaban y se quedaban allí hasta tomar la decisión de volver a su ciudad natal y en consecuencia no fueron registrados en el civil, que nada más y nada menos podría producirles efectos adversos como multas y cosas por el estilo.
A pesar de todo, María y José llegaron a Belén la ciudad de destino. Llegar a Belén fue un alivio y una alegría para todos los que quieren hacer un viaje en la vida sin contemplar lo que iba a pasar, porque tampoco allí fueron recibidos con las manos abiertas en los aposentos de las casas por ser pobres y humildes. María y José no encontraban el lugar y la habitación para esperar al niño Dios y el niño Dios no tiene lugar, ni tiene donde recostar su cabeza (Mateo 8:20). Por eso, salieron a un lugar apartado del pueblo y encontraron el establo donde los animalitos pasan la noche para descansar y poder tener un poco de calor en medio de la frialdad de la noche. El niño pobre ni siquiera tiene el derecho a estar a un lugar cálido, protegido, sano, digno, y un poco más limpio, pero tiene algo muy especial, porque se convierte en un sitio de amor, y de paz, el lugar donde se encuentran el anhelo de todos los seres vivientes en el mundo entero, la paz y la alegría.
Hoy ha nacido en el mundo el Mesías que es motivo de toda alegría en la tierra y en el cielo, el hijo de Dios que se ha hecho hombre, la palabra eterna de Dios que se hace carne y acampa entre nosotros. Por eso, cantan los ángeles en el cielo con cánticos de alabanza al Dios de amor y de misericordia.
También los pastorcitos hicieron el viaje hacia Belén para ver el niño Dios y pasó lo mismo con los Reyes Magos que desde del oriente seguían la estrella para ver y adorar al niño Dios, quien será el Rey del universo. Llegaron allí y encontraron a Jesús que nada más y nada menos es el Hijo de Dios a quien han experimentado en sus vidas, llegando a la plenitud del viaje.
Todo el viaje que hicimos durante las cuatro semanas de Adviento fue una preparación de este gran acontecimiento que es el nacimiento del niño Dios en la Navidad. Y llegaba, llega y llegará al final. Como María y José hicieron el viaje largo, nosotros también lo hacemos y lo seguimos haciendo hasta llegar a su plenitud, viendo a Jesús y su amor cara a cara. María y José han experimentado el amor de Dios en sus vidas, nosotros vamos a seguir su ejemplo de contemplar la gloria propia del Hijo Único del Padre llena de gracias y de verdad, de pensar y de caminar siempre en hacer un viaje especial hacia la plenitud, el viaje que lleva el amor de Dios en el corazón y lo experimentaremos, y hacerlo en lo cotidiano de nuestra vida.
¡¡Feliz Navidad. Que el Niño Dios nazca en nuestros corazones y en los del mundo entero!!
*Sobre el autor:
El P. Yuventus Adur SVD es misionero verbita, oriundo de Indonesia, y actualmente sirve como párroco en la Parroquia Espíritu Santo de Fresia, X Región.