Estimados cohermanos, hermanas, bienhechores, socios en la misión, alumnos y exalumnos, amigos y parientes:
Cuatro días después de la muerte de San Amoldo Janssen, el 19 de enero de 1909, su sucesor, el P. Nicolás Blum, escribió una carta a todos los miembros de las tres ! congregaciones fundadas por San Amoldo con tres peticiones: Mantener viva la memoria•
de Amoldo Janssen; continuar y expandir su misión siendo fieles a su espíritu. La oración: que el P. Amoldo nos dejó como legado da testimonio de lo que daba vida y espíritu a . sus esfuerzos: «Que el Dios Uno y Trino viva en nuestros corazones y en los corazones de todas las personas». (Vivat Deus unus et trinus in cordibus nostris et in cordibus hominum).
El Dios Trino es un Dios de comunión, unidad en la diversidad, entrega y aceptación mutua. Que el Dios Trino viva, nos moldee y nos transforme junto con las personas a las que servimos y que colaboran con nosotros. El propósito es que podamos ser trasformados para ser personas de comunión, capaces y dispuestas a abrir nuestros corazones para aceptar, respetar y promover a los demás. Podemos convertirnos en personas que lleguen a ver más allá de los propios intereses y preocupaciones, personas que viven en solidaridad con los demás. Es necesario recordar siempre que todos estamos en el mismo barco, viajando juntos en este mundo y en la historia.
Esta misma oración fue la fuente de inspiración, fortaleza y perseverancia para San Amoldo al emprender su trabajo misionero en medio de los muchos desafíos que encontró. Recordamos sus célebres palabras: «Vivimos en una época en la que mucho se está derrumbando, y cosas nuevas deben ser erigidas en su lugar». De hecho, los tiempos y la historia presentes no son diferentes. Mucho de lo que se consideraba firme y formidable se está derrumbando. La pandemia de la COVID-19 solo revela la crisis que ha existido en el mundo durante décadas. Nos muestra el quebrantamiento y la fragilidad de los sistemas económicos, políticos y los sistemas de salud. Al mismo tiempo, manifiesta la crisis ecológica y expone que está perdiendo la credibilidad de las religiones en nuestro tiempo. En medio de estos desafíos, urge que nos convirtamos en signos de esperanza.
En memoria de San Amoldo Janssen y fiel a su espíritu, quisiera señalar un tema muy urgente y vital, el tema de la ecología. Ciertamente, Amoldo Janssen no es una figura con un enfoque tan radical de la naturaleza como lo fue San Francisco de Asís. Sin embargo, Amoldo disfrutaba de estar en la naturaleza y en ella descubría la presencia de Dios. Seis meses antes de su muerte, estuvo en Saint Rupert, Austria, donde escribió:
«Aquí, rodeado de la belleza de la naturaleza… Me siento impulsado a escribir algunos versículos en honor a las tres personas divinas…» El decimoctavo Capítulo General de la SVD claramente estipula: «La creación es un signo del amor de Dios por nosotros. El
cuidado del medio ambiente no sólo forma parte de nuestra misión, sino también de nuestro patrimonio. San Amoldo Janssen creía que la naturaleza es el templo de Dios en la que nos puso para que nos proclamara su existencia. Como discípulos misioneros transformadores, el cuidado de la creación es nuestra responsabilidad y el modo de expresar el amor de Dios. Esto puede manifestarse de diversas maneras: Cuidado de la creación, desarrollo sostenible, eco justicia, etc.».
El 4 de octubre de 2021, establecimos la Plataforma de Acción Laudato Si de la Congregación del Verbo Divino. Nos unimos proactivamente a la iniciativa de toda la Iglesia en la implementación de los siete objetivos de Laudato Si, la encíclica ecológica del Papa Francisco. Es alentador ver que nosotros, la Familia Amoldina, tomamos medidas concretas para hacer realidad esta iniciativa. Pero se puede y se debe hacer mucho más. Es necesario y urgente mantener una actitud proactiva. Hago un llamado insistente a nuestras comunidades, a las parroquias administradas por nuestros cohermanos, a nuestras instituciones educativas, a los centros de atención médica y a las ONG, de apropiarse de estas iniciativas y ser parte de esta conversión ecológica. La tierra es nuestra casa común, la única que compartimos con los demás, que heredamos y transmitiremos. Su sostenibilidad depende de cada uno de nosotros. Hagamos nuestra contribución concreta como hijas e hijos de San Amoldo. Abrámonos y abracemos al Dios Trino que capacita y transforma a todos, a nosotros y a todas las personas que escuchan el grito de la tierra y el grito de los pobres.
En este día de la Fiesta de San Amoldo, también nos unimos a nuestras Hermanas SSpS reunidas en su XV Capítulo General. Imploramos al Espíritu Santo que las guíe a estar atentas a las intuiciones e inspiraciones de Dios y renovar su compromiso de transformar el mundo con compasión.
¡Feliz fiesta de San Amoldo!