Desde el año 2000 la SVD define su misión como dialogo. Nuestra misión no es tratar de convertir a otros a la fe católica, sino es entrar en dialogo con personas de otras culturas y de otras religiones. Un misionero verbita debiera ser una persona abierta a dialogar con otros que piensan de modo diferente. Los misioneros verbitas, sin dejar de estar de acuerdo con las enseñanzas de la iglesia, debieran tratar con respeto y cariño a los que no profesan la misma fe o no han podido vivir de acuerdo a las normas morales de la iglesia. Esto es algo que mucha gente aprecia, especialmente los que se sienten alejados de la iglesia por considerarla muy cerrada. (Prologo 75 años Liceo Alemán del Verbo Divino, P. Sergio Edwards Velasco). Con esta reflexión del padre Sergio, quisiera compartir con ustedes estos testimonios muy cercanos y concretos de nuestra vida de misiones en nuestro colegio, Liceo Alemán de Los Ángeles, llegando al dialogo con ellos y permitiéndonos, esa cercanía, dulzura y respeto como lo dijo el apóstol Pedro.

“Háganlo con dulzura y respeto” (1pe3,16), “sin cansarnos de hacer el bien.” (gál 6,9)

Testimonio Fernanda Figueroa

Dentro de todo el tiempo recorrido en este colegio, siempre ha estado presente la fe, tanto gracias a mis papás como al colegio, quienes siempre fueron incluyéndola en el día a día, creciendo así, junto a este sentimiento a diario. Pero no fue hasta ya entrar al patio grande, en el que continuar la fe, empezó a ser decisión propia, ya que uno empieza a hacerse preguntas, que cuando uno era más pequeño, simplemente asumía la respuesta.

En esos años, nuestra profesora Anabella, llevaba a varios misioneros de la congregación a las clases, para hablarnos y darnos su propio testimonio de vida como misioneros. Desde ese momento, me empezó a llamar la atención sobre lo que era y lo que significaba ser un misionero y me di cuenta de que si bien, me atraía mucho el sentido de ayuda a los demás, era el sentimiento de poder dejar una huella en una comunidad, en un grupo, en una familia, en una persona. El poder hacer que con un acto tan simple como saludar en la calle, cambie y mejore su día, es algo que llena toda el alma, el sentir que, por entregar parte de ti, puedes hacer algo por el otro y mejorar el entorno y la comunidad en el que vivimos, es algo realmente impresionante que no te das cuenta, hasta que lo pones en práctica.

En quinto básico, ingresé a infancia misionera, para poder poner en práctica todos estos sentimientos que tenía dentro. Y fue realmente grato ver que no estaba sola, el empezar a conocer de a poco este grupo de misiones, que te abre sus puertas y te trata como uno más. La unión de varios que tenemos el mismo objetivo, déjenme decirles que el ambiente del grupo es uno de los más agradables en los que puedes estar, te sientes parte de algo, y eso te hace sentir grande.

Pasaron los años, y la verdad es que no todo es tan fácil como parece, la realidad es que mantener la fe viva, la energía y la motivación de seguir, es algo difícil de mantener, ya que es algo que se tiene que cuidar ser consciente de ello constantemente, para eso mismo, no decaer. Hubo un corto lapsus de tiempo en el que, si bien, no cuestionaba mi fe, dejé de ponerla en práctica, y pensé que ya no era necesaria y que no pasaría nada si ya no lo hacía, si ya no iba a misa, si ya no participaba del grupo de misiones. Pero mientras el tiempo iba pasando, me sentía débil, y es difícil describirlo de manera escrita, porque fue algo que ni yo entendía ni creía que fuera posible, sentía que me faltaba algo en lo que aferrarme, o alguien en quien confiar plenamente. Cuando mi di cuenta de esto, empecé a retomar mi vida espiritual, de la cual me había alejado, la retomé realizando el sacramento de confesión, la oración, la participación en misas y en misiones, esta última, fue una de las experiencias más llenadoras de las que pude participar.

El verano antes de la pandemia me invitaron a participar de misiones, para serles sincera, tenía miedo, ya que eran las primeras misiones fuera en las que me unía, por lo tanto, no sabía cómo iban a ser, y por eso mismo me encontraba dudosa, pero fui con toda mi disposición para todo. Estando allá, conocimos a mucha gente, hicimos muchísimas actividades, a pesar del mal clima que nos tocó, también compartimos con la comunidad, con los padres y entre nosotros.

En misiones, me di cuenta que, uno debe estar dispuesto a todo, hasta realizar actividades que no le llaman mucho la atención, y creo que ese es el error de muchos jóvenes, lo que nos hace echarnos para atrás, el dejarse vencer por el miedo y el no experimentar cosas fuera de sus zonas de confort, tenerle miedo a ser diferente y entregarse por completo, y eso es algo que debemos cambiar, y como les digo, claro que tuve que hacer cosas que si hubiera estado sola, no las haría, pero déjenme decirles que cuando terminas todo el recorrido, toda la experiencia, y miras atrás de todo lo que lograste y que pudiste hacer hasta lo que a ti jamás te llamó la atención o no habrías hecho, te siente tan realizado, tan completo, realmente orgulloso de ti mismo y del grupo completo, ya que también, nunca estás solo.

 La experiencia, a pesar de que obvio como en todas, no TODOS los momentos son geniales, de colores y divertidos, al final del día das gracias por haber participado, porque siempre uno aprende algo nuevo tanto de la experiencia, de escuchar a la persona que tienes al lado y de los errores. Terminas lleno de energía, lleno de felicidad, de ese sentimiento de que aportaste ese granito de arena y diste todo de ti por el bien común, que pudiste dejar una huella, y realmente, eso es lo más grande que uno puede lograr.

Ahora al momento de recordar todas las experiencias vividas en el colegio como misionera, no les puedo explicar lo feliz y completa que me siento, además de agradecida con todos lo que me alentaron a participar de este grupo misionero, y con ganas de seguir aportando y participando también en la comunidad verbita. Como compañera y ex alumna del Liceo Alemán del Verbo Divino, me gustaría dejarles un mensaje a mis compañeros: Misiones es un grupo que tiene las puertas abiertas a todos ustedes, a personas de todas las edades, de todos los géneros, independiente de su forma de vivir su fe.

Lo más lindo y fundamental es que todos tenemos el mismo objetivo, el saber que ser misionero no es algo que se hace por aportar una moneda, sino que es un estilo de vida, que aplicas día a día, buscando hacer un cambio y ayudando a los demás, a partir de pequeños cambios que con el tiempo se convierten grandes, o no necesariamente grandes, pero marcan una notoria diferencia para mejor al resto, dejando una huella también de la mano con la fe, y todo esto de forma voluntaria y desinteresadamente, pero déjenme decirles un secreto, al final del día se dan cuenta que a pesar de que no pidan nada a cambio, se van a sentir completos espiritualmente y gratos, y eso es algo que espero que todos pudieran llegar a experimentar.

Testimonio Vicente Navarrete

Hola, mi nombre es Vicente Navarrete y soy egresado del Liceo Alemán a partir del año 2021. Vengo a comentarles acerca de mi experiencia en la pastoral y el área misionera, puntos clave en el desarrollo religioso y espiritual de los estudiantes. El colegio ha estado presente en mi vida desde la edad de 4 años, me ha acompañado casi toda mi vida y la pastoral me ha ayudado a enfocarme en momentos difíciles a mantener la cercanía y el contacto con Dios y con aquellas personas que hacen de nuestras vidas una experiencia mejor. Ingrese a la pastoral del colegio alrededor de 7mo básico, participe de varias actividades y misiones junto con los encargados de la pastoral y compañeros; lo cual concluyo en la creación de un vínculo con ellos. Las actividades fueron experiencias muy bonitas y memorables, las cuales me acompañarán y traerán buenos recuerdos de mi vida en el Liceo Alemán. Pertenecer a la pastoral y abrirse a Dios es un acto muy conmemorable, al cual invitaría a cualquier persona a probar, ya que vivirlo tiene la capacidad de abrir el espíritu para recibir a Cristo en nuestro día a día.

 Finalmente me queda por agradecer a aquellos que me apoyaron mediante la pastoral y reafirmaron mi fe; a la tía Anabella Cornejo, al Padre William, a mis compañeros de pastoral y a mi familia, quienes me inculcaron la fe desde muy pequeño y es algo por lo que voy a estar toda mi vida muy agradecido. Muchas gracias por tantos buenos momentos y alegrías.

Testimonio Carolina Pinto, ex apoderada y misionera

Al ingresar mi hijo mayor Carlitos al kínder del Colegio comenzó mi interés por ser delegada de la pastoral, aún recuerdo la primera reunión cómo si fuera hoy. Fue ahí donde conocí a las personas que dejarían huella y me motivarían a seguir adelante, cultivando un interés que se convertiría en pasión. Con el ingreso de mi segundo hijo Vicente al pre kínder, ya me sentía parte de la comunidad escolar y sobre todo de la Pastoral. El aporte espiritual, religioso y consejos para educar en el camino de la fe que obtuve en cada reunión fueron fundamentales en la educación de mis dos hijos. Incluso mi marido, Roberto, participó muchas veces conmigo en las reuniones. Poco a poco me fui involucrando más, hasta llegar a misiones; en un principio motivada por la participación de mis hijos, pero luego por un interés personal, que fue creciendo hasta el punto de pasar a convertirse en un profundo compromiso. Así es como empezamos a participar unidos como familia. Si bien mi marido no siempre pudo participar de manera presencial por exigencias laborales, contamos siempre con su apoyo incondicional, fundamental para poder seguir adelante. En todas las misiones en las que participamos generamos lazos y recuerdos muy especiales. Sin duda la que más nos ha marcado como familia ha sido la misión con el hogar de niñas “Las Gaviotas” de Coronel; llena de desafíos, responsabilidad, constancia, compromiso, y sobre todo, mucho cariño. Hemos formado un gran equipo de trabajo, respetuoso, empático, colaborador y muy entusiasta.

Ya han pasado poco más de 15 años de nuestra llegada al colegio y mis hijos ya han egresado. Al hacer un recuento, solo me queda dar gracias a Dios Nuestro Señor, a Nuestra Madre La Virgen, a nuestros Patronos San Arnoldo Janssen y San José Freinademetz, a mis dos hijos —por ser como son y llenarme de orgullo—, a mi marido —por su incondicional amor y apoyo—, a nuestro querido Liceo Alemán del Verbo Divino de Los Ángeles, —que nos acogió, apoyo y nos brindó la oportunidad de desarrollarnos como misioneros—, a todo el personal del colegio, —que en todo momento nos entregó su preocupación y cariño—, y en especial agradecer tanto al padre William Jemada, —gestor indiscutible de todos los avances pastorales y misioneros en nuestro colegio—, como a nuestra querida Anabella Cornejo, —profesora de religión que con su gran vocación de servicio fue y será un gran ejemplo a seguir—.