Se trata de un Documento para ser leído “de modo pausado, en actitud orante y discerniente, es decir, dando espacio para que Dios nos hable a través de sus letras”.
El fruto de una participación plena, de todo el Pueblo de Dios, podemos considerar el Documento para el Discernimiento de la Asamblea Eclesial de América Latina y del Caribe. Ese era el deseo del Papa Francisco, como así lo manifestó en su video mensaje del 24 de enero de 2021, cuando fue presentada esta experiencia inédita en la vida de la Iglesia.
Una sorpresa del Espíritu
Estamos ante una sorpresa del Espíritu, “que nos sorprende y nos lleva por caminos nuevos de conversión y renovación personal, comunitaria e institucional”, como señala el Documento. El hecho de que tanta gente haya participado de diferentes modos del proceso de escucha, es visto como un Kairós, un tiempo de gracia, de renovación.
Se trata de un Documento para ser leído “de modo pausado, en actitud orante y discerniente, es decir, dando espacio para que Dios nos hable a través de sus letras”. Un Documento que debe ser entendido en función del Jubileo Guadalupano de 2031, del Jubileo de la Redención de 2033 y del Sínodo sobre la Sinodalidad, ya iniciado y que acompaña la vida de la Iglesia hasta 2023.
Hacer memoria de Aparecida
Es una Asamblea que quiere hacer memoria de Aparecida, pero también de las otras conferencias del episcopado y de las muchas experiencias de sinodalidad vividas en la Iglesia del continente. Se insiste en incluir a los pobres para caminar en sinodalidad y en prestar atención a la Amazonía, aspectos presentes en Aparecida. De hecho, el Documento considera el proceso del Sínodo para la Amazonía como “una expresión privilegiada de sinodalidad y ha sido fuente de inspiración para la presente Asamblea Eclesial y su proceso de escucha”. También recuerda la importancia de la Conferencia Eclesial de la Amazonía (CEAMA).
La Asamblea Eclesial tiene como lema “Todos somos discípulos misioneros en salida”, inspirada en el espíritu de Aparecida y se ha ido renovando en el Magisterio del Papa Francisco: Evangelii Gaudium, Laudato Si’, Querida Amazonía y Fratelli Tutti. Basados en eso, podemos decir que hay dos conceptos importantes en el Documento: discípulos misioneros y Pueblo de Dios.
Un renovado protagonismo de los bautizados
El verdadero discipulado lleva a la Iglesia a una auténtica conversión pastoral, algo que quiere ser impulsado en la Asamblea Eclesial, buscando “un renovado protagonismo de los bautizados”. Eso se fundamenta en la eclesiología del Pueblo de Dios, que nos remite a la diversidad de carismas y a una comunión misionera. Un Pueblo de Dios que comprende a todos sus miembros como sujetos en la Iglesia. Son ellos quienes poseen el sensus fidelis, lo que lleva a una escucha atenta de la voz del Espíritu.
Es un Pueblo de Dios con espíritu sinodal, con un desafío evangelizador, buscando plasmar esa sinodalidad en las estructuras y procesos sinodales, para que llegue a ser “una forma natural de ser Iglesia”, donde todos son parte activa y son tenidos en cuenta. Un Pueblo de Dios en salida hacia las periferias existenciales, consecuencia de una Iglesia en estado permanente de misión, que insiste Aparecida. Se trata de configurar “una Iglesia fuera de sí”, que deja atrás la comodidad “para llevar la buena nueva de la salvación a todas las periferias territoriales y existenciales”.
Un Pueblo de Dios que da vida plena para todos, una clara preocupación en la misión de la Iglesia, que debe estar presente en medio de los excluidos. Una Iglesia llamada a cuidar de las diferentes realidades, promoviendo “la liberación de toda esclavitud” y buscando “la globalización de la dignidad”. Una Iglesia que trabaja por la transformación de las estructuras sociales, aunque eso conlleve dificultades.