*Por: Hna. Matilde Alvarez

En la fiesta de este gran santo, 3 de Noviembre, me permito, presentar algunos rasgos de la vida de Martin de Porres, hijo ilustre de Lima-Perú. Nació en 1579.

 Para comprender mejor al santo de la justicia social, es necesario considerar algunos rasgos de dónde provenía el “santo de los pobres”.

Su padre Juan de Porres, un hidalgo pobre, pertenecía a la nobleza empobrecida de baja categoría social por no tener ninguna fortuna. Posteriormente los españoles y criollos pobres se hicieron a trabajos en los campos y en las minas. Muchos de ellos pasaron a depender de los nobles ricos sirviendo como criados o lacayos.  Llevaban una vida miserable. Los varones hacían trabajos pesados: limpieza de galpones, porquerizos, caballerizas, almacenes de alimentos. Los patrones pagaban los servicios con la alimentación y la vivienda. Las mujeres esclavas hacían labores de campo, viñedos o algodonales. Los esclavos no podían salir de la propiedad del patrón, estaban privados de libertad.

Su madre una negra criolla, libre, natural de Panamá, llamada Ana Velásquez, fue esclava, una entre los tres millones y medio de negros sacados de África para ser esclavos de las diferentes colonias de nuevo mundo.

 Martín fue mulato de cuna, pobre, bastardo y por estos motivos estaba destinado a ser poca cosa en la sociedad de aquel entonces, nació en un mundo en caos, en un país que adoraba el poder, la violencia y el oro. La vida de Martin tuvo su cuota de caos, pero no solo en su propia familia, el mundo entero de Martín fue una lucha constante contra la deshumanización y la pobreza material, intensificada por la violencia de vivir en un país bajo el dominio extranjero. Este era el mundo de Martín, nació en medio de la violencia, de la guerra y de la opresión. Nació en un momento social difícil, pero Dios permitió que redimiera lo que pudo haber sido una situación irremediable, logró traspasar el estigma de su origen y empinarse como uno de los grandes de su época.

 Es de admirar como de los difíciles momentos del comienzo de su vida, Martin dejó que Dios transformara en compasión el caos de su niñez y de su pobreza. Martín fue capaz de entregar su corazón herido a Dios, quien transformó el sufrimiento y la vergüenza en compasión y amor, entregó su corazón al reino del amor y de la justicia.

 Temprana vocación religiosa

 Martin vivió la discriminación que sufría su padre, lo mismo la esclavitud que llevaba su madre, además de ser hijo bastardo. Pudo haber optado por el conformismo, recluirse en una de las rancherías, pero optó por otro camino, el más humilde al mismo tiempo que el más sublime: servir a los demás principalmente a los más olvidados de la tierra.

 La sanación en Martin empezó a manifestarse desde muy joven. Aprendió de un boticario que le enseñó a preparar medicinas naturales a base de hierbas (Mateo Pastor), su madre también le había enseñado acerca de las hierbas y de la sanación, así que Martín aprendió rápidamente, aprovechando la abundante flora de los cerros y montañas que rodeaban a Lima.  Luego pasó varios años como aprendiz del barbero y cirujano Marcelo de Ribera, quien fue su amigo de toda la vida. Esta experiencia fue la que preparó a Martin para ser asistente de enfermería en el pueblo.

 Era ayudante del barbero-cirujano cuando pidió entrar en la orden de Santo Domingo en el año 1594. En 1603, profesa los votos solemnes y promete obediencia hasta la muerte. También profesa votos de castidad, pobreza y firma de su puño y letra: Hermano Martin de Porres, en el libro de profesión del convento. La meta de Martin era vivir como donado, hermano oblato, confiado a la orden pero sin votos religiosos, en algún momento se le proporcionó el hábito de hermano donado. A los 21 años vistió el hábito de lego donado en el convento de santo Domingo.

 En el mismo convento hace servicios de sacrificado enfermero, esperar la llegada de los enfermos los que eran de toda clase y condición.  Funda Asilos y Orfanatos para recibir a todos los que necesitaban asilo sin distinción de color. Martin hizo de la caridad y el bien al prójimo, su norma de vida, aunque le costara mucho sacrificio

 Martin ofrece la pasión apostólica de santo Domingo, el amor sencillo por la Creación de San Francisco de Asís, la compasión infinita por los pobres y enfermos de Santa Teresa de Calcuta. Tuvo el don de la alegría espontánea como también la capacidad de convertir el sufrimiento y la opresión en un encuentro con Dios; su vida fue una predicación y predicación ejemplar.

 El 3 de noviembre fallece a la edad de 60 años, es enterrado debajo de la sala capitular del convento, donde se reúnen amigos, devotos, pobres, negros, blancos, indios, mestizos, para dar el último adiós al apóstol de la caridad.

 Patrono de la justicia social

El Papa Juan XXIII lo canonizó el 6 de marzo de 1962, declarándolo patrono de la justicia social en el Perú.

Se le llama el santo de la caridad, pues la caridad para él fue un medio no un fin. Dios era el fin primero, único y máximo.

En los siglos XIX y XX con el movimiento abolicionista y a partir de la lucha contra regímenes que legitimizaban la discriminación social, se le asignaba al beato la personificación DE LA JUSTICIA SOCIAL. Curaría enfermos, españoles, pardos, indios, negros, para esta variedad de pacientes; Martin de Porres es emblema del amor universal de Dios.

Se promueve la figura de Martin de Porres como sujeto ejemplar universal tanto para blancos de la élite, como para los sectores más humildes, esto parece borrar diferencias ante Dios, es el mensaje cristiano sobre la igualdad y universalidad de todos ante Dios. La negrura de Porres representa de manera ambivalente negociar el estigma de negro, mulato, pardo con lo religioso de la igualdad universal. Porres es prueba de que Dios ama a todos por igual sin fijarse en las diferencias accidentales de color. De esto estamos plenamente seguros/as que en los momentos actuales de tanta discriminación de toda especie, Dios sigue actuando en la historia del hoy,  suscitando muchos santos que trabajan hombro a hombro para lograr un mundo más humano para tantos hermanos nuestros que viven actualmente una situación de injusticia y desigualdad.

 Solidaridad en el dolor

 Dado los comienzos difíciles de la vida de Martin, se puede entender por qué la cruz de Cristo se convirtió en símbolo de su espiritualidad. Para Martín fue a través de Cristo crucificado que el Dios de la salvación se acercó a su dolor, trayendo esperanza por medio de la solidaridad y del amor. Su vida fue testimonio de lo que significa ser hermano, siguiendo los pasos de Jesús: el primogénito entre muchos hermanos, Martin había sido amado plenamente por  Dios y no quería otra cosa que transmitir ese amor sanador de Dios a los demás.

 La mezcla de la sabiduría medicinal, con su fe en Jesucristo, hizo de Martin un ejemplo de sanador holístico: preocupado por el bienestar del cuerpo, mente y espíritu.

 La historia se repite.  Los seres humanos pertenecen a la misma especie y tienen el mismo origen, nacen iguales en dignidad y derechos, las formas de vida y el derecho a las diferencias no es motivo o pretexto para los prejuicios raciales, y sin embargo sentimos muy cerca los comportamientos discriminatorios.

 En la actualidad hay muchas normas, decretos, declaraciones internacionales, (Declaración sobre la raza y los prejuicios raciales, Convención internacional sobre la eliminación de todas las formas de discriminación racial) que llevan a erradicar el racismo, la discriminación racial, que poco o nada se tienen en cuenta. Es de desear que, a partir de la figura de Martin, la sociedad cuente con referentes para promover estos valores en los ciudadanos. Martin continúa acompañando al pueblo de Dios y sigue siendo la figura de la justicia social, que nos conducirá a la tierra de la justicia, de la solidaridad y de la paz.

 

 

Si desea profundizar en el tema:

  • Reseña de Martín de Porres. Santo de América Latina. Celia Cussen
  • Declaración sobre la raza y los prejuicios sociales. Conferencia general de la Organización de Naciones Unidas, para la educación, la ciencia y la cultura, 1978.
  • Convención internacional sobre la eliminación de todas las formas de discriminación social, 1965.
  • Conferencia “San Martin de Porres, un santo del día de hoy”. Cardenal Luis Antonio Gokin, R.P. Riccardo Lufrani op, nov. 2018
  • La Tolerancia, UNESCO 1995
  • Negro, pero blanco de alma: La ambivalencia de la negrura en la vida de Fray Martín de Porres. Larissa Brewer-Garcia 2012

 

*Sobre la autora:

La hermana Matilde Alvarez Eslava es religiosa Dominica de la Presentación.   Nació en Colombia, Boyaca, oriunda de El Cocuy, donde están las nieves perpetuas.
Es enfermera, egresada de la Pontificia Universidad Javeriana en Bogotá y magister en Administración de servicios de salud de la misma casa de estudios.
Ha trabajado en diferentes hospitales del país y por diferentes motivos ha estado en Francia, Brasil, República  Dominicana y Ecuador. 
Actualmente sirve en Chile con una dedicación pastoral en diversas parroquias.