*Por: Hna. Lilian Silva RSM

Esta es la Fiesta donde celebramos el Cuerpo y la Sangre de Cristo en la Eucaristía. Está representada por dos símbolos poderosos: El pan y el vino. Tanto el grano sembrado y las espigas hechas pan, como el racimo y el vino son signos de nuestra entrega Dios.

Durante el tiempo de pandemia la celebración de la Eucaristía comenzó siendo un tremendo desafío. De repente ya no tuvimos acceso a ella de manera presencial, pues debíamos permanecer en casa confinados. Entonces surgieron las iniciativas vía Facebook Live, Youtube y otras para celebrar a un Cristo vivo por medio de una pantalla, con el sacerdote como único participante y muchos de nosotros detrás de las pantallas hasta hoy. Me atrevo a decir que muchos vivimos estas celebraciones de forma rutinaria sin comprender su verdadero sentido.

A poco andar, empecé a sentir que estaba desilusionada con esta forma de celebración Eucarística, para mí se volvió fría y lejana. Entonces comencé a cuestionarme en el modo de celebración.

El fin de semana pasado conversé con algunas personas sobre el tema y les pregunté:

¿Qué te parece la celebración de la misa online?

Las respuestas no se hicieron esperar, una persona me dijo “está bien para quienes la necesitan”; otra persona compartió: “yo soy un privilegiado porque participo en vivo, pues soy encargado de Comunicaciones en la Parroquia, pero a veces estoy más pendiente de cómo sale la transmisión” y una última persona dijo: “yo voy cuando tengo necesidad, además la vivo con los estudiantes con los que trabajo”.

 Estas observaciones me hicieron “clic”, pues hace un año ya venía reflexionando sobre el tema, ya que SI es posible vivir la Misa fuera de los templos y pantallas. Cuando crecemos en la conciencia del verdadero sentido de Donación por Amor que hace Jesús, que llega a su punto culmen cuando ofrenda su cuerpo y su sangre. Él mismo lo dice en el Evangelio de hoy domingo: “Tomen, esto es MI cuerpo, esta es MI sangre”, Mc 14, 23-24.

Y me viene al corazón también cada vez la frase del mismo Jesús diciéndole a sus apóstoles: “Esto es mi cuerpo, que se entrega por ustedes; Hagan esto en memoria mía”, Lc 22, 19b.

Hacer “esto” en memoria suya es donar mi propio cuerpo y donar mi propia sangre en la vida cotidiana, ser ofrenda de Amor y Vida, donar mis manos, brazos, los dones que poseo, la entrega a los hermanos necesitados, discriminados, necesitados de escucha, enseñar al que no sabe, a los que están sufriendo la pérdida de seres queridos; ofrendarme en y por Amor.

Al ofrecerme a ellos es a Cristo a quien me dono y de esa forma hago Vida y Viva esta celebración.

                  ¡FELIZ CORPUS CHRISTI A CADA UNA/O!

*Sobre la autora:

La Hna. Lilian Silva Aparicio  es Hermana de la Misericordia desde hace 26 años con diversos ministerios durante estos años, dando respuesta  a la necesidad de los tiempos y lugares donde ha vivido: Rungue, Huamachuco(Renca), Pelequen y ahora en Conchalí.
Trabajó 17 años con Pastoral Juvenil tanto Parroquial y de la Zona Norte de Santiago. Luego de haber participado en el programa de Formadores en Conferre el año 2010 siguió  como acompañante de comunidad en el mencionado  Programa por algunos años.  Tambien ha servido como lider en su Congregacion a nivel regional.