*Por: Delfor Nerenberg SVD

¿Qué es la música? Un gran literato francés, Víctor Hugo, decía: “La música expresa todo aquello que no puede decirse con palabras y que no puede quedar en el silencio”.

La música tiene la capacidad de expresar profundas convicciones, de transmitir historias, de unir personas, y recrear momentos. En la vida eclesial la música ha ocupado un lugar importante, y hasta fundamental me atrevería a señalar. La Biblia, como depósito de salmos cargados de historia, o cánticos que expresan sentimientos como los de la Virgen en la visita a Santa Isabel, entre otros es un gran testimonio de ello.

La misma Iglesia se ha valido de la música como recurso para el anuncio del Evangelio de Cristo. Las grandes misiones desarrolladas en América Latina se han impulsado a través de este valioso elemento. Un hecho histórico a resaltar es la evangelización llevada a cabo en la Chiquitania, Bolivia. El modo de anunciar el Evangelio y que permitió unir las culturas y expresar las creencias ha sido la música. Mediante diversas composiciones autóctonas los chiquitos expresan su fe en Cristo, y viven y comprenden la Buena Noticia a través de instrumentos y canciones.  

Es interesante pensar que la música es un idioma universal; sería imposible imaginar un mundo sin ella, siendo que, si la humanidad dejara de hacer música cantaría la Creación. Las muchas culturas que habitan los cinco continentes expresan historias, elevan oraciones, ríen y lloran, a través de cantos y danzas. Se podría pensar que un pilar fundamental en la vida humana sea la música. Siendo así, qué mejor recurso para agradecer al Creador por sus dádivas que ofreciéndole una melodía que brota de lo profundo del corazón y que expresa lo que las palabras no alcanzan.

Hoy se recuerda a Santa Cecilia Patrona de los músicos, quien ha sabido vivir y expresar su fe a Dios a través del canto. En su historia se relata que incluso en su martirio, Sta. Cecilia cantaba y alababa a Dios a quien se confiaba. Se podría esperar que en un momento tal su actitud fuese distinta, pero lo cierto es que la boca no atinaba a hablar otra cosa que aquello que había en el corazón: una fe profunda abrazada por la incondicionalidad del amor a Dios expresada en una melodía capaz de sosegar el miedo.

Quiera Dios por intercesión de Santa Cecilia, regale a la Iglesia muchas vocaciones musicales que ayuden al anuncio del Evangelio y la construcción del Reino.

*Sobre el autor:

Delfor Nerenberg SVD es oriundo de Misiones, Argentina (Provincia ARE). Actualmente  culmina su formación en nuestra Provincia y está próximo a recibir la ordenación diaconal en tránsito al sacerdocio. Su pasión por la música lo ha movido a desarrollar ese ministerio en sus respectivos destinos y a interpretar  con  guitarra y órgano. También integró el Coro del Arzobispado de Santiago.