*Por: P. Sergio Edwards SVD

 

+22 de noviembre: Día de oración por los cristianos perseguidos

Después de una larga guerra civil, en 1949 se impuso un régimen comunista en China que perdura hasta hoy. Durante estos 71 años el gobierno chino ha sometido a diversas restricciones a todas las religiones, aunque con diferente intensidad en distintas épocas y lugares. Las mayores restricciones han sido con la Iglesia Católica porque tiene un gobierno central fuera de China, en Roma.

Al comienzo se aceptó que las religiones existieran, pero sometidas al principio de los «Tres Sí Mismo»: que se abastezcan de personal, dinero y gobierno por sí misma. Así, la Iglesia Católica no pudo tener misioneros extranjeros; no pudo recibir ayuda monetaria del exterior y sus obispos no pudieron ser nombrados por el Santo Padre.

La Iglesia Católica se dividió: una parte aceptó estas condiciones y otra no, pasando a la clandestinidad. Los miembros de la Iglesia leal al Papa, la iglesia subterránea, tuvieron que ir muchos a la cárcel o a campos de trabajos forzados, llamados «de reeducación». Se expulsó a todos los misioneros extranjeros, excepto algunos que fueron llevados a prisión.

En 1965 comenzó una nueva etapa, más dura aún para los creyentes de cada religión: la Revolución Cultural, que quiso destruir los resabios de la cultura previa que eran consideradas contrarias a la ideología comunista. Se persiguió con dureza a los fieles de todas las religiones, en particular de la Iglesia Católica. Fueron llevados a campos de trabajos forzados casi todos los obispos, sacerdotes y religiosas, se clausuraron todos los seminarios, requisadas las propiedades de la Iglesia, incluso de la fracción permitida por el gobierno. Los católicos no podían rezar ni siquiera en su propia casa, porque a los niños pequeños les preguntaban los guardias rojos y otros agentes del gobierno si sus padres y hermanos mayores practicaban su religión.

Tras la muerte de Mao Zedong en 1976 hubo un período de unos tres años de cierta anarquía, pero finalmente se impuso Deng  Xiaoping que comenzó una apertura del país a la libertad económica y, con restricciones, libertad religiosa incluida. Se volvió a la separación de la Iglesia entre patriótica y subterránea. Los sacerdotes fueron liberados, se permitió reabrir seminarios, hacer misas en público, se devolvieron iglesias confiscadas, pero sólo a la iglesia reconocida por el gobierno. Los miembros de la Iglesia leal al Santo Padre pudieron funcionar, pero en forma muy discreta, en la mayor parte de China reuniéndose sólo en las casas. Muchas veces eran llevados nuevamente a prisión.

Yo conocí personalmente varios sacerdotes y algunos obispos que habían pasado varias décadas privados de libertad.

Desde el pontificado de Benedicto XVI ha habido acercamientos entre los gobiernos de China y la Santa Sede. Hoy muchos obispos de la Iglesia aceptada por el gobierno son reconocidos por Roma y algunos obispos de la Iglesia leal al Papa son tratados con respeto por parte de las autoridades chinas, que han devuelto propiedades.

Cuando hay malestar con un obispo de la Iglesia subterránea, en lugar de llevarlo a prisión, lo llevan a un hotel lujoso, con buena comida, pero con visitas constantes de personas del gobierno que les aconsejan que cooperen con las autoridades. Los sacerdotes reciben dinero del gobierno mientras «no creen problemas».

El Papa Francisco ha dado pasos para lograr el acercamiento con las autoridades chinas, lo que ha sido considerado un error e incluso una traición por sectores de la Iglesia subterránea, pero el gobierno no ha correspondido como muchos esperaban, pues sigue avivando las diferencias entre ambas facciones de la Iglesia de Dios que peregrina en China.

*Sobre el autor:

El P. Sergio Edwards  Velasco SVD nació en 1957.  Es el segundo de siete hermanos y  estudió en el Colegio del Verbo Divino. Cursó Ingeniería Civil en la Universidad de Chile y tras graduarse ejerció  su profesión por tres años.

Desde 1977 participó en las misiones de verano en La Araucanía y cada semana en un grupo de Reflexión sobre la fe católica. En 1982 sintió que Dios lo llamaba a una entrega más radical y entró a la Congregación del Verbo Divino. Profesó los Votos Perpetuos en 1988 y fue ordenado sacerdote en 1989.

Entre 1990 y 2011 trabajó en la Provincia China de la Sociedad del Verbo Divino, primero estudiando el idioma Chino Mandarín y haciendo pastoral con inmigrantes filipinos,  usando el inglés. Desde 1992 sirvió en parroquias del sur de la isla de Taiwán, primero como asistente y luego como párroco.

A partir de 1994 se desempeñó  como profesor de Ética en el Colegio Secundario FuJen, en la ciudad de JiaYi.  En 1996 fue además Maestro de Novicios y viajó varias veces a apoyar el trabajo de la SVD en China. En el 2002 fue nombrado Superior Provincial, cargo que ocupó hasta el año 2008, viviendo en Taipei, pero debiendo viajar constantemente por toda la isla de Taiwán, y también a Hong Kong, Macao y diversas ciudades de China.

También vivió en Macao desde 2008 donde hizo clases en la Universidad San José. En 2011 volvió a Chile y uno de sus primeros encargos pastorales fue la rectoría del Liceo Alemán del Verbo Divino de Los Ángeles. En 2017 asumió el mismo servicio en el Colegio Verbo Divino de Las Condes, en Santiago de Chile.

El P. Sergio es, además, vice provincial de la SVD Chile desde el año 2014 y coordinador del área Educación.