Padre Provincial: “Con María revitalicemos el timón de nuestro barco”

El Superior Provincial, P. Yuventus Kota SVD, dirige un mensaje a la Provincia chilena en la celebración de los 120 años de la SVD en Chile y los 145 de presencia en el mundo.

Elevemos nuestra alabanza y gratitud a Dios Uno y Trino por contar siempre con el amor  de la Virgen María como la estrella que nos guía y orienta, desde la fundación de nuestra Congregación en el mundo y en Chile.

Hoy, al celebrar 145 años de la existencia de nuestra Congregación en el mundo y 120 años en Chile con  la Virgen María, nuestra Madre, revitalicemos el timón de nuestro barco, volviendo la mirada a las raíces  y reforzando  nuestra identidad católica y  verbita, entre las cuales están:

  1. Confianza en Dios Uno y Trino: La vida y obra de nuestro Fundador es impresionante y realmente extraordinaria. Sus resultados producen mayor admiración, en tanto que son fruto de su absoluta Fe en Dios e incansable trabajo, incluso en las grandes pruebas y sufrimientos, así nos enseña San Arnoldo: “Cuanto más adversas sean las circunstancias, mayor ha de ser nuestra confianza en Dios”, “Lo hermoso no es llevar una vida libre de preocupaciones, sino soportar dificultades y realizar cosas difíciles por la virtud del Espíritu Santo”.

Su profunda confianza en Dios, enraizada en la convicción de cumplir la voluntad divina lo impulsa a actuar en forma decidida, conduciéndolo hacia el éxito. Esto se refleja en sus cartas a misioneros de distintos países. A los verbitas de Chile,  el año 1903, el Padre Arnoldo escribe: “Cuando cumplimos con lo nuestro, Dios viene en auxilio nuestro y sabe sacar bien del mal”. La confianza en Dios se cultiva a través de  oración personal, en la escucha de la palabra de Dios, en la Eucaristía, en devoción al  Santísimo  Sacramento, a  la Santísima Trinidad y a la Virgen María.

  1. Enraizado y comprometido en el Dios Encarnado (Verbo Divino): Entre las divinas personas, Arnoldo Janssen, veneraba preferencialmente al eterno Verbo (Palabra de Dios Encarnado) y también al Corazón de Jesús (sede del Verbo Encarnado). Nuestra Constitución nos enseña a amar, adorar y seguir a Jesucristo, al Verbo de Dios Encarnado, como nuestro más excelso modelo, siendo Él nuestro camino, la verdad y la vida.

San Arnoldo Janssen, cuando responde al llamado de Dios y a las necesidades de la humanidad, nos dio el nombre de “Verbo Divino”, esto nos exige comprometernos con el mismo Verbo y su Misión.  “Su vida es nuestra vida, su misión es nuestra misión”.

  1. Vivir en el pueblo y por el pueblo: Dios mira hacia su pueblo y siente su opresión, porque es un Dios que escucha el clamor de su pueblo, es un Dios llamado a servir a la humanidad, es un Dios de pacto, que adquiere un compromiso con su pueblo. Es un Dios que, antes de revelarse, se acerca, ve, escucha y responde acorde a las necesidades.

Nosotros, siendo verbitas, y siguiendo el ejemplo de San Arnoldo Janssen y José Freinademetz y los primeros misioneros,  debemos estar con el pueblo para intervenir en las realidades de nuestro entorno, “poniendo en primer lugar a los últimos”: los discriminados, los maltratados, los abandonados, los que sufren por el impacto de la pandemia Covid-19, los que sufren por la epidemia de la  miseria y el hambre, para que, seamos siempre portadores de la revelación  a través de testimonio de vida y misión, para  alcanzar la convicción en nosotros mismos y,  luego en ellos, de la plenitud de la revelación hecha por el Padre.

  1. Seguir el ejemplo de Nuestra Madre: La Virgen María, en su promesa infalible de redención y vida para el mundo, nos motiva a continuar sirviendo a toda la humanidad, para que todos tengan la vida en abundancia. “Dichosa también eres Virgen María” digna de alabanza, por enseñarnos como verbitas a ser sol de justicia, de amor y paz, para encaminar  nuestra vida y misión a un mundo más justo, equitativo y misericordioso. María siendo madre del Verbo Encarnado, es modelo de intimidad con Cristo, nos enseña la fidelidad en el anuncio de la Buena Nueva.

El mundo actual, nos exige dirigir el timón de nuestro barco a la realización de grandes proyectos y a mirar al futuro con más optimismo, retomando nuestras raíces, apoyándonos en la Virgen María, como estrella esplendorosa que nos guiará en la gran tarea de dejar aquello que nos enceguece: la comodidad y el deseo irresistible de placer y de poder,  el dinero que nos aprisiona con sus cadenas, la propaganda de este mundo frio y calculador, de lo fácil y lo cómodo. Confiemos en que la Virgen María, con su  mirada tierna de madre, nos ayude a abrir los ojos y nos enseñe a descubrir y a mirar con sencillez, a ver lo bueno y lo bello de las personas,  a  ver la Creación,  al mundo y a los demás con la luz del Evangelio, ver en cada hombre a un hermano.  Y que la fe sea antorcha en nuestro caminar,  para mirar a Jesús y aprender de Él, pues la vida, el sufrimiento y la muerte, sin la luz del Verbo Encarnado es un caos.

Asumamos con entrega y sacrificio, con coraje y valor la responsabilidad,  en espíritu de comunión, para empuñar el timón de nuestras vidas y misión: “No olvidemos que somos nosotros, capitanes del barco de nuestra Congregación y la Iglesia”. No permitamos que las turbulencias del orgullo, los huracanes del ocio o los tsunamis de la indiferencia, nos arrastren y hagan pedazos el sueño de nuestro Fundador. QUE EL REINO DE DIOS SE HAGA REALIDAD EN EL MUNDO.

Gracias a cada uno de ustedes, hijos e hijas de San Arnoldo Janssen: religiosos, laicos, bienhechores por su entrega, servicio, pasión y amor. Y por promover nuestra identidad y sello Verbita, en el servicio para el pueblo de Dios.

Existe la alegría de tener una vida sana y de ser justo, pero existe sobre todo la bella e inmensa alegría de servir.

Yuventus Kota, SVD