«Que la Virgen del Carmen, madre y reina de Chile, patrona nuestra, nos reúna para seguir sirviendo a los demás, con un espíritu de sencillez y alegría».

Vivimos en un mundo que está cada día más sofisticado y artificial. Un mundo quebrantado por su conducta empedernida, el egoísmo agazapado por el poder del dinero y las cosas banales, que desvirtúan la vida y exigen la sumisión total de los creyentes.

La festividad de la Virgen del Carmen nos convoca a mirar las Estrellas de los Mares, que es el Reino de Dios, nos orienta, nos da consuelo y nos enseña a  vivir el verdadero sentido cristiano. Si la sociedad actual ofrece una imagen  falsa del ser humano y se olvida de la verdadera belleza que está  en el corazón, la Virgen del Carmen, con su escapulario café y su manto blanco, es un refugio que nos cobija y nos protege con su amor maternal y siempre estará atenta a nuestras necesidades.

Entonemos  un cántico de alabanza y de gratitud a la Virgen del Carmen Bella, que peregrina a lo largo y ancho de la tierra chilena y por la presencia verbita en estos 120 años. Elevemos un cántico de fe y esperanza  a Dios Uno y Trino, por tener a la Virgen como nuestra Madre. Ella nos enseña, desde la alegría de su sencillez, a enfrentar el estilo de vida actual, desde su sí,  ella nos motiva  a entender que la sencillez nos trae gozo y equilibrio y, que la belleza no está en las cosas, sino en el corazón.

Desde la cruz de su hijo Jesús, María, nuestra madre, nos enseña a través de la promesa de su escapulario, el mensaje del Ángel Gabriel “El Señor es contigo”, siempre y en todo momento. Pensarlo es lo que nos da ánimo y esperanza, sentirlo es lo que fortalece nuestra  confianza, pues nadie que tenga fe puede negar que el Señor  lo acompaña, porque el hombre no está huérfano de Dios.

 En María, Puerta del Cielo, aprendemos que la sencillez consiste en la capacidad de ser y estar abierto como personas a los demás, a Dios y a los acontecimientos; que la sencillez es apertura sincera a Dios y a  los demás,  dejar que Dios amor entre en nuestra alma, sin cerrar la puerta con la llave del orgullo, destruyendo a los  ídolos mundanos a los que muchas veces nuestro corazón adora. La Virgen María es apertura de corazón a Dios para que Él entre como nuestro salvador.

Al pie de la cruz, María, nuestra Madre, proclama que en un  corazón sencillo hay voluntad para perdonar, nos invita a que no seamos transformados en basurero de rencores, odios ni resentimientos, que seamos  capaces de comprender y perdonar los errores propios y de los demás, sin juzgar, sin criticar destructivamente, abriendo el corazón a todos. Al pie de la cruz, ella nos une, como hermanos en su hijo Jesús: “Mujer, he allí a tu  hijo”, “He ahí a tu madre” Jn.19, 25-27.

Dios te salve María, llena eres de Gracia, a la que todas las generaciones llaman felices “La  Bienaventurada”. Bajo el amparo de la Virgen del Carmen, pregonemos este himno  para sembrar y cultivar la alegría en estos momentos difíciles: la alegría de la vida, de la esperanza, de la fe, del seguir adelante, de reencantar la vida, de vivir en paz, porque nos falta alegría interior, porque con frecuencia  la tristeza nos acongoja, y el desanimo contagia nuestro diario vivir.

En estos momentos, en que  merma  la alegría por los impactos del Covid-19 en nuestra vida, en que el abatimiento se cierne sobre nosotros, la fe se debilita, el virus de la desesperanza inunda el corazón, el carácter se aligera, la amabilidad pierde toda su frescura, la esencia del ser cristiano se diluye, que la Virgen del Carmen, madre y reina de Chile, patrona nuestra, nos reúna para seguir sirviendo a los demás, con un espíritu de sencillez y alegría.

Si llevas la alegría en tu corazón, fruto de la sencillez y la humildad como la virgen María,  puedes curar en cualquier momento las heridas, el sufrimiento y el dolor. Sentimos  un gran consuelo cuando cosechamos el mal por el bien, ingratitud por caridad, insultos por beneficios, y todo ello, por amor a Dios.

Si queremos que la sociedad chilena sea una sociedad fraterna y solidaria,  debemos imitar a las abejas, que succionan solamente la miel y,  no debemos imitar a las arañas,  que inyectan veneno. Chile, como Nación, es un proyecto con responsabilidades compartidas, por todos quienes pertenecemos a este pueblo. Nuestra misión es elevar y flamear la bandera de la responsabilidad y del servicio, para romper las  cadenas del hambre, la miseria y el abandono.

En el espíritu de comunión y de respeto, la Virgen del Carmen nos llama, una vez más, para hacer de Chile un pueblo para Dios, cultivando la humildad y la sencillez para reconocer nuestras flaquezas y riquezas, ejerciendo nuestros deberes  ciudadanos y cristianos, con espíritu de responsabilidad, entrega  y servicio, cultivando la tolerancia, el respeto y  la  integración en Chile  y en nuestras familias, porque nadie es mas o mejor que otro, simplemente, ante Dios iguales en dignidad.

De la Virgen, podemos aprender que vivir el presente implica tomar las riendas de la vida, disfrutando día a día, inspirados y guiados por la voluntad de Dios. Quienes profesamos la fe cristiana, tenemos aún mayor compromiso, debemos impulsar nuestra acción evangelizadora puesto que somos un pueblo en marcha, en  la búsqueda de la verdadera felicidad y, la Virgen del Carmen nos encamina para abrazar el amor infinito de Dios Uno y Trino.

Virgen del Carmen, haznos verdaderos cristianos, de fe sincera y de viva caridad, una pequeña luz en la oscuridad del mundo actual, luz en nuestro corazón, para crecer como personas y, luz en nuestro entorno para sembrar la fe y la esperanza en tu hijo Jesús.

*Reflexión del P. Yuventus Kota SVD,  Superior Provincial de los Misioneros del Verbo Divino.